Solemnity of the Assumption of the Blessed Virgin Mary (2019)



God does give us this amazing Feast Day of the Assumption of Mary as our preview of where we are going one day. We know, that where Mary went when she left this world, is exactly where we want to go, eventually, after we leave this world.  We want to be with her in Heaven. We want to be with God, and His Angels and Saints! Where Mary was assumed to is exactly what Jesus has promised us. This Feast Day then becomes a great preview for all of us, of what are future holds, a very good future, if we stick with Christ! If we do our best avoiding sin.  If we love Him, and serve Him, and follow Him in this life. Even though it happened a little differently for Mary, Jesus was the source of salvation for this holy woman also. Just like us, Mary was given a promise, a promise, of incredible things if only she would obey and trust God.  What we celebrate today on this Feast Day, is God’s fulfillment of His promise to Mary. At the end of her life, she who had been kept safe from sin from her first moment of conception in St. Ann’s womb, did not pay the price for sin which is death. Instead, Mary was assumed body and soul into Heaven to receive her promised reward, the same reward, by the way, that has been promised to us.  Heaven is not just for sinless virgins.  And Heaven is not just for perfect people. And Heaven is not just for founders of religious orders or martyrs, or Church doctors. Heaven is for all of us! This Feast Day is to inspire all of us to follow Jesus even more closely, so that we are following His Way straight home to Heaven.  We are going to want to be there, in that number, as the old, great song goes. The only question today is, what we doing about it? We save and sacrifice all the time for our vacations and trips. What are you doing to get safely home to Heaven?  May Mary’s trip home inspire all of us to long for Heaven that much more! We might get excited about going on a trip, or a cruise, or even doing something new and different, and yet, how much more excited should all of us be, for Heaven! • AE

Solemnidad de Asunción de la Santísima Virgen María (2019)



Bienaventurada me llamarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Bienaventurada, alabada, invocada y amada, has sido, eres y deberás seguir siendo, queridísima Madre María. Tu bienaventuranza, María, ha de ser para nosotros ocasión renovada para reavivar nuestra fe y nuestro compromiso cristiano, para ser fieles a nuestras tan hondas raíces cristianas y marianas, para testimoniar, con nuestras vidas y obras, como hiciste tú, Madre María, en toda tu existencia, como acabamos de escuchar en el Magníficat, texto evangélico recién proclamado, que el nombre de Dios es grande. Qué Él, nuestro Dios y tu Dios, el Dios de los cristianos, es grande, sí, es amor, es bondad, es belleza, es paz, es bienestar, es libertad, es prosperidad, es solidaridad, es justicia, es desarrollo humano integral para todos, comenzando por los pobres, los enfermos, los ancianos, los parados, los drogodependientes, los refugiados, los inmigrantes, los vagabundos, los sintecho y los excluidos y preteridos. Bienaventurada, eres, sí, María Santísima, porque con tu Asunción gloriosa en cuerpo y alma a los cielos –la fiesta que hoy nos congrega y que llena de fiesta y  alegría el corazón de toda la Iglesia y de la humanidad de bien- nos demuestras que la vida merece ser vivida haciendo el bien y esforzándonos, como tú, en escuchar la Palabra de Dios y en servir a los demás, singularmente a los más necesitados en el cuerpo y en alma. Que hay Vida después de la vida. Que no somos mera materia, pasto de las llamas, de la corrupción del sepulcro, del olvido y de la nada. Que todo puede y debe acabar bien. Que el amor y la bondad de nuestro Dios es tan grande que con tu Asunción nos enseña y nos muestra el camino: el camino del cielo. Camino del cielo, que no puede esperar, pero que solo se gana y se labra en la tierra, en el afán nuestro de cada día que fragua el rostro de la eternidad, y lo hace a través de la vida sacramental y de piedad, del cultivo de virtudes esenciales como la caridad, la humildad y la esperanza,  de la inserción eclesial y del apostolado generoso y fiel; a través, en suma, del desarrollo de la vocación a la santidad que todos, como tú, santa entre los santos, hemos recibido de nuestro bautismo, tal y como constantemente nos recuerda el Santo Padre Francisco. Bienaventurada eres, sí, María Santísima, porque con tu Asunción te conviertes, como reza el prefacio de la liturgia eucarística de hoy, en la figura y en la primicia de la Iglesia –esto es, pastores y fieles; esto es, todos los bautizados- que un día ha de ser glorificada.  Porque con tu Asunción te conviertes, sí, en ejemplo de esperanza segura y de firme consuelo para todo el pueblo santo de Dios peregrino. Bienaventurada eres, en suma, María Santísima de la Asunción, porque tu vida y el testimonio que de ti ha hecho y ha dado el pueblo cristiano, de generación en generación, es una prueba irrefutable de que Dios existe y es santo, y es grande, y es amor. Y nada ni nadie merecen más la pena que Él y que permanecer y crecer en su Iglesia para el servicio y la contribución a una humanidad mejor, que adelante y prefigure, como acontece con tu Asunción, los cielos nuevos y la tierra nueva. Te honramos queridísima Madre María, Nuestra Señora, en el día de tu bendita Asunción, y te pedimos ¡te suplicamos! que no apartes de nosotros nunca tu mirada y tu protección. Amén • AE


Pequeño rebaño (XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)



Pequeño rebaño
de grande Pastor,
me siento dichoso
sintiendo su amor;
feliz…, consentido
en brazos de Dios,
no quiero ser fuerte,
no soy luchador.

Pequeño y humilde
sin más pretensión,
que ser un discípulo
y ser de quien soy.
No anhelo la fama
de un gran campeón,
yo busco un cobijo
en su corazón.

Las voces son otros,
les cedo el honor;
yo soy su silencio,
que habla sin voz.
Yo soy el aroma
Jesús es la flor;
yo soy la frescura,
la sombra del sol.

Yo soy la violeta,
- no soy girasol -,
sembrada en el suelo
donde él me arrojó.
Yo soy caminito
por donde pasó
el santo Evangelio,
Jesús Sembrador.

Yo soy la palabra
que él se guardó,
yo soy un balido
que en él resonó.
Yo soy confidencia,
soy eco y rumor,
hilito de agua
de aquel Surtidor.

Yo soy esperanza,
mirando al Señor,
yo soy un deseo,
pues soy pecador.
Y vivo en la paz,
que él fue mi perdón;
yo soy una cosa:
no soy más que amor• 

P. Rufino Mª Grández, ofmcap,
Puebla de los Ángeles, 2 agosto 2010.

Y...¿dónde está tu tesoro? (XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C).



En diciembre de 1943 Teilhard de Chardin pronuncio una conferencia en Pekín sobre la felicidad[1] en la que habló sobre tres posturas diferentes ante la vida. Están -decía- en primer lugar, los pesimistas. Para este grupo de personas, la vida es algo peligroso y malo. Lo importante es huir de los problemas, saber defenderse lo mejor posible. Esta actitud llevada al extremo, conduce al escepticismo oriental o al pesimismo existencialista. Pero de forma atenuada aparece en muchas personas: ¿Para qué vivir? Todo da lo mismo; ¿para qué buscar? #Relativismo. Están, luego, los vividores, los que se preocupan de disfrutar de cada momento y de cada experiencia. Su ideal consiste en organizarse la vida de la forma más placentera posible. Esta actitud conduce al hedonismo. La vida es placer, y si no, no es vida. Y luego están los ardientes -les ardents- Son las personas que entienden la vida como crecimiento constante. Siempre buscan algo más, algo mejor. Para ellos, la vida es inagotable. Un descubrimiento en el que siempre se puede avanzar. Y a estas tres actitudes diferentes ante la vida corresponden, según el padre de Chardin, tres formas diferentes de entender y buscar la felicidad. Los pesimistas entienden la felicidad como tranquilidad. Es lo único que buscan. Huir de los problemas, los conflictos y compromisos. La felicidad se encuentra, según ellos, huyendo hacia la tranquilidad. Los vividores entienden la felicidad como placer. Lo importante de la vida es saborearla. La meta de la existencia no puede ser otra que el disfrutar de todo placer. Ahí se encuentra la verdadera felicidad. Los ardientes, por su parte, entienden la felicidad como crecimiento. En realidad, no buscan la felicidad como algo que hay que conquistar. La felicidad se experimenta cuando la persona vive creciendo y desplegando con acierto su propio ser. Según Teilhard de Chardin, «hombre feliz es aquél que, sin buscar directamente la felicidad, encuentra inevitablemente la alegría, como añadidura, en el hecho mismo de ir caminando hacia su plenitud, hacia su realización, hacia adelante». Quizá estas palabras de este hijo de San Ignacio puedan ayudarnos a descubrir mejor a qué estamos dando importancia en la vida y qué es lo que estamos buscando en medio de la existencia, sin que olvidemos nunca las palabras del Señor: Donde está tu tesoro, allí esta tu corazón • AE


[1] Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) fue un religioso jesuita, paleontólogo y filósofo francés que aportó una muy personal y original visión de la evolución. Su concepción de la evolución, considerada ortogenista y finalista, equidistante en la pugna entre la ortodoxia religiosa y científica, propició que fuese atacado por la una e ignorado por la otra. Suyos son los conceptos Noosfera (que toma prestado de Vernadski) y Punto Omega. Ya en 1987 el teólogo y cardenal Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, en sus Principios de teología católica admitió que uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, fue permeado por el pensamiento del jesuita francés. Benedicto XVI afirmó también que Teilhard tuvo una gran visión, que culmina en una verdadera liturgia cósmica, en la cual el cosmos se convertirá en una hostia viviente. 

Fr. Agustin's Schedule for August 10-11, 2019 (Nineteenth Sunday in Ordinary Time)



Saturday August 10, 2019.

4.00 p.m. Sacrament of Reconciliation.
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

5.30 p.m. Vigil Mass.
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

Sunday August 11, 2019.
Nineteenth Sunday in Ordinary Time

9.00 a.m. English Mass
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

11.00 a.m. English Mass.
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

5.30 p.m. English Mass.
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

Yeast, ligth and salt. And sheep (Nineteenth Sunday in Ordinary Time. Cycle C)



My Little flock”. Jesus looks with immense tenderness at his small group of followers. They are few. They have the calling heeded to by a few. They do not have to think of grandiose things.  Jesus imagines them as a little bit of “yeast” hidden in the dough, as small “light” in the midst of darkness, as a pinch of “salt” to add flavor to life. After centuries of “Christian imperialism,” we disciples of Jesus have to learn to live as a minority.  It is a mistake to yearn for a powerful and strong Church.  It is a delusion to seek worldly power or to claim dominance over society.  The Gospel is not imposed by force. It is spread, like a contagious disease, by those who adopt Jesus’ lifestyle, making life more human. “Do not be afraid” — It is Jesus’ great concern.  He does not want to see his followers paralyzed by fear or overwhelmed by discouragement.  They must never lose hope or peace. Today, too, we are a little flock, but we can remain very united to Christ, the Shepherd who guides us and defends us.  He can make us live through these times peacefully. “Your Father is pleased to give you the kingdom” — Jesus reminds us over and over.  We do not have to feel like orphans: we have God as our Father. The best thing we have in our communities is the task to make life more fit for human being as well as the hope to direct history toward its definitive salvation. “Sell your belongings and give alms” — The followers of Jesus are a little flock, but we must never be a sect locked up in ourselves and looking out only for our own interests.  We must not turn our backs on anyone in need.  We have to create communities with open doors and, yes, share their possessions with those in need of help and supportive fellowship.  We must give alms, that is to say, “mercy.”  This is the original meaning of the Greek word. We Christians will need some time still to learn to live as a minority in the midst of a secular and pluralistic society.  But there is something we can and should do without waiting for anything:  transform the climate prevailing in our communities and make it conform more to the Gospel.  Pope Francis is showing us the way with his gestures and his lifestyle. Let us pay attention to his voice and let us take a look into hiw writings • AE

¡Cura mi vanidad! (XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)



Marc Chagall, Le Christ et le peinare
(Aguada sobre papel, 61 x 48 cm), Museos Vaticanos.
...
La obra más grande de Dios
es que yo pueda creer:
que yo reciba a Jesús
como Dios, Aquel que es.

No hay milagro en esta tierra
más grande que nuestra fe;
ni hubo antes ni lo hay,
ni nunca lo puede haber.

Por la fe santa María
fue Madre del Emanuel,
por la fe en la Eucaristía
hijo en el Hijo seré.

Sin la fe no hay sacramento
y el signo, signo no es;
no hay Bautismo ni hay Banquete
ni hay obras de merecer.

Sin la fe Jesús no es Dios,
aunque Dios siempre ha de ser,
sin la fe no soy cristiano
para gustar esta miel.

Mas con la fe, que es su gracia,
dejo a un lado cuanto sé,
y en él pongo mi confianza:
yo renazco vivo en él.

Cristo es mi fe, yo confieso,
de él me dejo poseer,
Él es mi fe, yo respondo
dándole todo mi ser.

Y mi fe es la obediencia
cual María en Nazaret,
la razón más pura y bella
que en mí se puede encender.

En la santa Trinidad
yo la dejo florecer,
y con Jesús me hago uno,
que nunca me he de perder.

Esta es la obra de Dios,
Dios es Dios y Dios es fiel;
Dios me regala su amor
en la Cruz como en Belén.

Yo creo en la Eucaristía,
quiero comer y beber,
comulgar con el Espíritu
para tener todo Bien.

Danos siempre de ese Pan,
vivir y morir con él;
y otros milagros no quiero,
Jesús, que el alma me ves.

En la luz del Evangelio
yo quiero permanecer;
no me dejes, Señor mío,
pues tú lo quieres también.

La obra más grande de Dios
Es que yo pueda creer:
Que yo reciba a Jesús
Como Dios, Aquel que es •

Fray Rufino María Grández, 
Tlalpan, Ciudad de México, Monasterio del Verbo Encarnado, 
24 julio 2009. 

En todo amar y servir (XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)



Las tres lecturas de este domingo convergen en un mismo interrogante: el centro de la vida humana, ¿está en la tierra?, ¿se limita al tiempo presente? Hace pocos días celebramos a un personaje que nació hace unos quinientos años y respondió a estas preguntas fundamentales. Iñigo de Loyola. Nació en el seno de una familia acomodada. De pequeño no le faltó de nada. Se sentía hijo de una estirpe noble, orgullosa de su pasado, en el que se había distinguido por su espíritu combativo y su fidelidad al rey. Educado en la corte, conocía bien el uso de las armas. Llevaba, así lo reconoció él mismo, "una vida muy mundana". Su juventud fue la de un cortesano galante, amigo de los juegos de azar, de las riñas y de las mujeres. Aspiraba a hacer una buena carrera militar. Por eso se alistó a las órdenes del virrey de Navarra para defender la ciudad de Pamplona contra los franceses. Allí el 20 de mayo de 1521 resultó gravemente herido: una bala de cañón le destrozó la pierna derecha. Si mucho le dolía la herida, más le dolió el orgullo herido. Los franceses vencedores le dispensaron los primeros cuidados. Después fue trasladado a su casa de Loyola, donde se constató que los huesos de su pierna no habían soldado correctamente. El enfermo, llevado por su orgullo, exigió ser operado de nuevo pues no se conformaba con quedar cojo para toda la vida. Sufrió terribles dolores, estando varias veces a las puertas de la muerte. La convalecencia se alargaba y pidió a su hermana que le cuidaba le proporcionara libros para distraerse. Esta no tenía otros que vidas de santos. Le impresionaron, sobre todo, la de san Francisco y la de santo Domingo. Leyéndolas se preguntaba: ¿De qué me sirve sufrir por mantener una belleza corporal, que tarde o temprano perderé? ¿Qué sentido tiene servir a un señor, que tarde o temprano morirá? Como el autor del libro del Eclesiastés que hoy hemos escuchado en la primera lectura, se decía: "¿Qué saca el hombre de todo su trabajo y de los afanes con que trabaja bajo el sol?". Y concluía: "Vaciedad sin sentido, todo es vaciedad". En su imaginación las proezas militares empezaban a dejarle vacío por dentro, mientras que las obras de los santos lo animaban. Por eso decidió hacer lo que ellos. Pensó dedicarse a la penitencia y peregrinar a Tierra Santa para llevar una vida lo más parecida a la de Jesús. Así fue que empezó a aspirar a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Se propuso despojarse de las obras de la vieja condición humana, para revestirse de la nueva condición del que vive con Cristo. Este fue el inicio de su conversión. Y lleno de buenos propósitos, partió Ignacio hacia Palestina, pasando por Aránzazu, Manresa y Barcelona. Ignacio, como san Francisco y santo Domingo a los que tanto admiraba, como todos los santos, se tomó al pie de la letra las palabras de Jesús que recordábamos en el evangelio de hoy: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?". Y se propuso desde entonces no amasar riquezas para si, sino hacerse rico para Dios. Así Ignacio, un hombre como nosotros, quiso plasmar en su vida el mensaje que la palabra de Dios hoy nos ha transmitido. Hoy es un buen día para recordar aquella escrita en su libro de los Ejercicios Espirituales. Ayuda a meditar en el tema del desprendimiento. Hagámosla nuestra, cada uno en su situación concreta. Dice así:

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento, y mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer;
vos me los disteis, a Vos, Señor, lo torno;
todo es vuestro,
disponed de todo a vuestra voluntad,
dadme vuestro amor y gracia,
que ésta me basta.

Sea esta nuestra disponibilidad ahora y siempre • AE

Fr. Agustin's Schedule for August 3-7, 2019 (Eighteenth Sunday in Ordinary Time)



Saturday, August 3, 2019.
  
4.00 p.m. Sacrament of Reconciliation.
@ Our Lady of Sorrows Catholic Church.

5.00 p.m. Vigil Mass.
@ Our Lady of Sorrows Catholic Church.

Sunday August 4, 2019, 
Eighteenth Sunday in Ordinary Time

8.30 a.m. Misa en Español
@ Our Lady of Sorrows Catholic Church.

10.30 a.m. English Mass.
@ Our Lady of Grace Catholic Church.

12.00 p.m. English Mass.
@ Our Lady of Grace Catholic Church.

Earthly things. And the "things" that are worth it (18th Sunday of Ordinary Time. Cycle C)



Francisco de Goya y Lucientes, El cacharrero (1778), 
óleo sobre tela, Museo Nacional del Prado. 
...
“If you were raised with Christ, seek what is above.”—today most people find this way of thinking unacceptable.  We want to live in this life, not in the life of the world to come. Many of us have lost any sense of eternal life and instead live for the values of this world, however seriously following Christ demands that we convert and accept His message, which gives us a whole different way of living. The first reading today is from the Book of Ecclesiastes the phrase is very well known: “Vanity of vanities, all is vanity.” So many of us can identify with this statement.  We have looked for so many things and in the end have found that truly nothing has value except that which lasts for eternity. We call this Christian virtue detachment. Christian detachment does not take away the value of earthly realities, but keeps us aware that there is more to come.  If we set our hearts on being rich, on having a wonderful career, on possessions, or on anything else, we will find ourselves disappointed.  Those realities can be wonderful if they help us love others more.  In other words, if we use the realities of this world to embrace the reality of the world to come then the realities of this world are useful to us in a very good way. The Book of Ecclesiastes simply reminds us that everything in this world passes away except spiritual reality. The invitation today is to keep our eyes on death, on the life of the world to come, so that our actions in this life will be guided by the eternal realities that await us. It is so easy for us Christian to be seduced by the values of this world because they seem so pleasant and bring such pleasure.  The challenge is to keep our eyes on Jesus and allow ourselves to be formed by what He had told us.  Far too many teachers today preach a Gospel which is not from Jesus but is simply a Gospel of the values of this world. For us who accept that Jesus is always in His Church, we have the guidance of the Magisterium to help us stay on the right path. Again, many today want the Church to adjust to the values of this world. Let us walk with the Lord Jesus and with His beautiful wife: the Holy Catholic Church • AE

Pedir hasta alcanzar (XVII Domingo del Tiempo Ordinario)



En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Amén • 

G. Mistral. 



Good gifts (Seventeenth Sunday in Ordinary Time. Cycle C)



E. Hopper, Rooms by the sea (1951), oil on canvas, Yale University Art Gallery. 
...

Today’s liturgy invites us to awaken our trust in the Father, but it do so with different shades of meaning.  “To ask” is the attitude that belongs to the poor.  We have to ask God for what we cannot provide for ourselves: the breath of life, forgiveness, inner peace, salvation. “To seek” is not just to ask.  It is also to take steps to attain what is within our reach.  Hence, we have to seek first of all God’s kingdom and his righteousness, which is to say, a more human and more decent world for everybody.  “To knock” is to bang on the door, to insist, to cry out to God when we feel he is far away. Jesus’ trust in the Father is absolute. He wants his followers never ever to forget this: “everyone who asks, receives; and the one who seeks, finds; and to the one who knocks, the door will be opened.”  Jesus does not say that they receive exactly what they ask for or find what they seek or get what they clamor for.  His promise is different:  God gives to those who put their trust in him; those who go to him receive “good gifts.” Jesus does not give complicated explanations. He sets three examples that fathers and mothers of all times can understand.  “What father”—or mother—“among you would hand his son a stone”—like one of the round ones that are seen on the road—“when he asks for a bread, or hand his son a snake”—like one of those water snakes that turn up sometimes in fishing nets—“when he asks for a fish, or hand him a scorpion”—one that is all tangled up among those that are seen at the shore of the lake—“when he asks for an egg?” Parents do not make fun of their children.  They neither fool them nor give them something that may harm them, but instead only “good gifts.” Jesus quickly draws a beautiful conclusion:  “How much more will the Father in heaven give the Holy Spirit to those who ask him.” For Jesus, the best that we can ask and receive from God is his life-sustaining and life-saving Breath! • AE