De bien nacidos.... (XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)



Decía Bernanos: «Todo es gracia». Efectivamente, tanto en la naturaleza humana, como en la obra de la creación todo es gracia. Y cuando se nos olvida este planteamiento inicial, es cuando borramos de nuestro comportamiento humano ese gesto tan bello de dar gracias. Si no pensamos que Dios nos ha salvado, ¿cómo vamos a cantar esa oración hermosísima que es el prefacio de la Misa: «En  verdad es justo y necesario... darte gracias siempre y en todo lugar…”? De eso habla el evangelio de éste domingo. El Señor curó a diez leprosos. Eran por tanto, diez  agraciados, de los cuales sólo uno volvió para dar gracias. “¿No eran diez los curados?”, pregunta Jesús. Decía Quevedo que “Pocas veces, quien recibe lo que no merece, agradece lo que recibe”. Esta podría ser la gran pregunta de hoy: ¿Será ése el porcentaje, uno solo, de cada diez, entre los  hombres, es el que suele reconocer la mano de Dios en su propia vida? San Pablo lo decía aún mejor: “Todo lo que tienes, lo has recibido. ¿Por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”[1] Y añadía a cada paso: «Todo cuanto hagáis, que sea una acción de gracias, de palabra y de obra, por medio de Jesús, al Padre»[2]. No hay peor cosa que el ir por la vida pensando que a todo tenemos derecho. «Dios te creó sin ti...» decía San Agustín. La Creación, la conservación, la Redención, la santificación, otorgadas por Dios al hombre, son obras  gratuitas nacidas del puro amor de Dios nos tiene. Si creemos que tenemos derecho a todo,  esperaremos que todo se nos dé hecho. El mismo san Agustín añade: «...Dios no te salvará sin ti». Dios cuenta siempre con nuestra colaboración y esfuerzo. Detenernos a cada paso, para dar gracias, es el primer paso. Cuando Francisco de Asís recitaba el «Canto al Hermano Sol», lo que hacía era «dar gracias por el regalo de todas las criaturas». Por eso nuestra acción de gracias debería ser nuestra más fecunda fuente de inspiración. Aún más: quizá deberíamos plantearnos a cada paso aquella hermosa oración que solíamos rezar los sacerdotes después de comulgar: “¿Qué devolveré al Señor por todo lo que Él me ha dado?”• AE




[1] Cfr. 1 Cor 4,7.
[2] Cfr. Col 3,17.

Fr Agustin's schedule for October 12-13, 2019 (Twenty-Eighth Sunday in Ordinary Time).

We went to celebrate the wedding of our dear friends Priscilla and Guillermo; we will be back soon!

The three parishes continue in their normal 
Sunday schedule.
...

Nos fuimos a celebrar la boda de nuestros querido amigos 
Priscilla y Guillermo; regresaremos pronto. 

Las tres parroquias continúan en su horario normal 
de los domingos. 

A wonderful and new opportunity (Twenty-eighth Sunday in Ordinary Time. Cycle C)



The episode is well known. Jesus cures ten lepers, sending them to the priests. The priests are to authorize the return of the healed lepers to their families. The account could have ended here. The evangelist is interested, however, in highlighting the reaction of one of them. Once cured, the lepers disappear from the scene. We know nothing about them. It seems as if nothing has happened with their lives. One of them, however, realizing he has been healed, understands that he has just received a great gift: God is the source of that exceptional healing. Excited, he returns glorifying God in a loud voice and thanking Jesus. Commentaries in general interpret the Samaritan’s reaction as pointing to the theme of thanksgiving: the other nine are ungrateful; only the one who has returned knows how to be thankful. This, certainly, is what the story appears to suggest. But Jesus does not speak of gratitude. He says that the Samaritan has returned glorifying God. And giving praise to God is much more than saying thanks. In the context of the history of a person tested with illnesses, pains and afflictions, healing is a privileged experience that gives rise to the giving of glory God. A famous quote from the bishop Irenaeus of Lyon says: “The glory of God is man fully alive”. This healed body of the leper is a body that sings glory to God. We think we know everything about how our organism function, yet the healing of a serious illness never fails to surprise us still. It is always a “mystery” to experience within ourselves how life recovers, how our strength is reinforced, and how our trust and freedom grow. Few experiences could be so radical and basic as that of healing so that we get a taste of victory in the face of evil, of the triumph of life over the threat of death. That is why, when we are healed, we are offered the possibility of welcoming in a wholly new way the God who comes to us as the foundation of our being and the font of new life. Modern medicine allows many people today to live the process of healing much more frequently than in times past. We have to thank those who cure us, but our healing can be, additionally, the occasion and stimulus to begin a new relationship with God. We can pass from indifference to faith, from rejection to welcoming, from doubt to trust, from fear to love. This wholesome welcome from God can cure us of fears, emptiness and wounds that hurt us. It can make us have deep roots in life in a more healthy and free manner. It can wholly heal us • AE

¡Cerca de Tí, Señor!



Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar;
Tu grande eterno amor, quiero gozar.
Llena mi pobre ser, limpia mi corazón,
hazme tu rostro ver en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está,
por esta vida voy buscando paz,
más sólo tú, Señor, la paz me puedes dar;
cerca de ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va;
mas, si Contigo estoy, no temo ya.
Himnos de gratitud, por siempre cantaré,
y fiel a Ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré, creyendo en Ti,
en que yo habitaré cerca de Ti.
Mi voz alabará tu Santo nombre allí,
y mi alma gozará cerca de Ti •

“Cerca de Ti, Señor es un himno cristiano del siglo 19. Los versos fueron escritos por la actriz británica Sarah Flower Adams (1805-1848) en 1841 en Inglaterra para la Iglesia Unitaria. Este himno está tradicionalmente asociado con el Titanic debido a que los pasajeros testificaron que la banda musical del barco entonó el himno mientras se hundía. Se sabía que el director de la banda, Wallace Hartley, quien se hundió con el barco al igual que todos los músicos, gustaba mucho de esta canción y había deseado que se interpretara durante su funeral.

Volver a empezar (XXVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)


En una conversación entre Paul Ricoeur y Gabriel Marcel, decía el primero: «Me he encontrado durante años en la situación extremadamente singular de un hombre que cree profundamente en la fe de los demás y está perfectamente convencido de que esa fe no es ilusoria, pero que, sin embargo, no se siente con fuerzas o con derecho para hacerla propia»[1]. Hoy esta experiencia no es tan rara como pudiera parecer. Son bastantes los que aprecian la fe de sus amigos, incluso la envidian quizás, pero sienten que, honradamente, no pueden adherirse a esa misma fe. Sienten que su fe está bloqueada. Falta una comunicación real con Dios. No saben cómo encontrarse de nuevo con Él. Se hace imposible toda relación. Algo parece haber muerto en su corazón creyente. Durante muchos años han vivido la fe como un deber. Hoy la sienten, quizás, como un estorbo que les impide vivir intensamente la experiencia humana. ¿Es posible desbloquear esa fe amenazada de muerte? ¿Es posible descubrirla de nuevo en el fondo de nuestro ser como una fuerza vital capaz de dinamizar toda nuestra existencia? ¿Creer de nuevo en «esa dulce y secreta intuición» -como decía Rilke- de un Dios que no está lejos de ningún viviente y cuya ternura salvadora puedo experimentar yo mismo? Sin duda, todo lo que es importante en nuestra existencia es siempre algo que va creciendo en nosotros de manera lenta y secreta, como fruto de una búsqueda paciente y como acogida de una gracia que se nos regala. En concreto: nuestra fe puede comenzar a despertarse de nuevo en nosotros, si le decimos al Señor las mismas palabras de los discípulos: “Auméntanos la fe”. Puede parecer una oración demasiado pobre, modesta y de poco prestigio. Una oración dirigida a Alguien demasiado ausente e incierto. Lo que importa es que sea humilde y sincera. Cuando uno lleva mucho tiempo decepcionado por la religión e incluso distanciado interiormente de la Iglesia, cuando uno no puede creer en Dios porque su silencio se le ha hecho muy grande, tal vez, sólo esta oración humilde puede devolvernos a la fe viva. En medio de muchas dudas, este grito, repetido sinceramente, puede hacernos dudar de nuestras propias dudas y puede ayudarnos a descubrir de nuevo al Señor como fuente de vida. Lo que puede cambiar nuestro corazón no son las palabras o las ideas, sino la amistad con Aquel que está siempre en el corazón del hombre. Siempre[2]. En las palabras del Santo Padre Francisco resuena esta misma idea: «Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!»[3]• AE


[1] Paul Ricoeur (1913 - 2005) fue un filósofo y antropólogo francés conocido por su intento de combinar la descripción fenomenológica con la interpretación hermenéutica. Su pensamiento se ubica en la misma tradición que otros notables pensadores como Edmund Husserl y Hans-Georg Gadamer. Gabriel Marcel (1889-1973) fue un dramaturgo y filósofo francés. Sostenía que los individuos tan sólo pueden ser comprendidos en las situaciones específicas en que se ven implicados y comprometidos. Esta afirmación constituye el eje de su pensamiento, calificado como existencialismo cristiano o personalismo.​
[2] J. A. Pagola, Buenas Noticias, Navarra, 1985, p. 351 ss.
 [3] Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 3; el texto completo de la exhortación puede leerse aquí: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html 


Fr Agustin's schedule for October 5-6, 2019 (Twenty-seventh Sunday in Ordinary Time).



Saturday October 5, 2019.
4.00 p.m. Sacrament of Reconciliation
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

5.30 p.m. Vigil Mass
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

Sunday October 6, 2019.
Twenty-Seventh Sunday in Ordinary Time.

9.00 a.m. English Mass.
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

11.00 a.m. English Mass.
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.


4.00 p.m Sacrament of Reconciliation. 
&
5.00 p.m. English Mass.
@ Trinity University (Margarite B. Parker Chapel)
...

Sacrament of Confession during the week.

On Wednesday mornings (unless otherwise indicated in my on-line schedule) I am always available to celebrate the sacrament of the Confession from 7.00 am to 7.50 am at the confessional at Our Lady of Sorrows Catholic Church (3107 N St Marys St San Antonio, TX 78212); on Thursday mornings from 7.00am to 7.50am at Our Lady of Grace Catholic Church (223 E Summit San Antonio, TX 78212) 
...
Los miércoles por la mañana (a no ser que en mi horario se indique lo contrario), estoy siempre disponible para celebrar el sacramento de la Confesión de las 7.00 am a las 7.50 am en el confesionario de la parroquia de nuestra Señora de los dolores, y los jueves por la manaña en Our Lady of Grace de las 7.00 a.m. a las 7.50 a.m. 


#Faith #Humility (Twenty-seventh Sunday in Ordinary Time. Cycle C)


In today’s Gospel we see the Apostles asking the Lord to increase their faith. They understood that faith is a gift. No one buys it, earns it, or wins it. It comes from God, and one can only do what the Apostles did: pray for the gift of faith and for it to increase when it is weak. Today the Lord is telling us, “You guys have plenty of faith to accomplish all I ask, so stop making excuses for yourselves.” Start believing! Here’s the deal. If we want our faith to increase, we must act upon it, we must exercise it, we must trust, take the plunge, have confidence. Our capacity to trust increases when we exercise it. Faith is a lot like our muscles, it gets stronger when we exercise it. We must first trust in order to trust more. Today we need to take hold of the truth that we do have faith – we already have the gift of faith given to us at Baptism and Confirmation and nourished by the Holy Eucharist and the Sacrament of Reconciliation. The Lord is telling us that we really don’t need more faith, but that we should rely more on the faith we have already been given. If we would only dare to USE this faith, we will experience amazing things happen in our lives and we’ll see God’s will be accomplished through us. True faith requires that we admit that we are not fully in control of our lives #Humility It requires that we have a confident trust in the power of God working in our lives #Faith It compels us to grow in an understanding that the more I surrender to God, the greater things can happen #Trust. In today’s Gospel we also hear Jesus teach about the nature of service to God. He cautions us to know our place in God’s plans, which is so essential to exercising the faith we’ve been given. Even when God works wonders through us, using our mustard seed-sized faith, we must not seek praise for ourselves. Our participation in God’s plans must be as that of a humble servant. When we are given the grace to cooperate with God, the work we do is nothing more than our obligation to God as faithful stewards. We simply have to do what God tells us to do…what we are literally obliged to do…and then he can work powerfully through us. Today as we approach Our Lord in Holy Communion, let us offer ourselves to Jesus unconditionally and in humble service so that we can more fully experience the joy of the faith we’ve already been given. Let us ask him for an attitude of faith as we serve him in one another and let us understand that in doing so we are simply doing what we are obliged to do. To God be all the glory now and forever. Amen • AE

¡Un corazón como el tuyo! (XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)



El que todo lo tenía
no tenía corazón,
¡qué digno de compasión
el que rico parecía!

Yo no te pido riquezas,
Señor de todos los bienes;
te pido lo que tú tienes,
la mayor de tus grandezas.
Yo te pido corazón,
que tú solo puedes dar:
un corazón para amar
y para amar con pasión.

Un corazón como el tuyo,
corazón enternecido,
que para mí siempre ha sido
corazón en que me arrullo.
Corazón que en mi pecado
siempre abierto lo encontré,
y si cosa buena obré
allí dentro la he gozado.

Un corazón para el mundo,
que abraza las religiones,
porque eres Dios de perdones
en labios de un moribundo.
Tu corazón es Jesús,
y ya no hay más que buscar,
que amar es dejarse amar:
tu corazón es la Cruz.

Un corazón para el pobre,
que Lázaro se llamaba,
y echado a la puerta estaba
por un mendrugo que sobre.
Mas no de sobras, Señor,
mi corazón se contenta,
para mí sería afrenta
dar lo que irá al vertedor.

Mi corazón todo entero,
quiero dar cuando me doy,
y quiero ser lo que soy
al darme todo y sincero.
Tú te diste sin medir
cuál sería mi respuesta;
tu amor, por eso, es mi fiesta
en la que quiero vivir.

Los anfitriones del cielo
serán vecinos de aquí;
que nunca, ¡pobre de mí!
se me esconda este consuelo.
¡Jesús de las manos puras,
Jesús pobre y don divino,
enséñame tu camino,
ábreme las Escrituras Amén •

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
Puebla de los Ángeles, 22 septiembre 2010

(XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C)



El pobre Lázaro está allí mismo, muriéndose de hambre, pero el rico evita todo contacto y sigue viviendo espléndidamente ajeno a su sufrimiento[1]. No atraviesa esa puerta que le acercaría al mendigo. Al final descubre horrorizado que se ha abierto entre ellos un inmenso abismo. Esta parábola, la única en la que el personaje tiene un nombre concreto –Lázaro- es la crítica más implacable de Jesús a la indiferencia ante el sufrimiento del otro. Junto a nosotros hay cada vez más inmigrantes, con la diferencia de que no son personajes de una parábola: son hombres y mujeres de carne y hueso. Están aquí con sus angustias, necesidades y esperanzas. ¿Estamos aprendiendo a acogerlos o seguimos viviendo nuestro pequeño bienestar, indiferentes por completo a su sufrimiento? Esta indiferencia sólo se disuelve dando pasos que nos acerquen a ellos. Tal vez, podemos comenzar por aprovechar cualquier ocasión para tratar con alguno de ellos de manera amistosa y distendida, y conocer de cerca su mundo de problemas y aspiraciones ¡Que fácil es descubrir que todos somos hijos e hijas de la misma Tierra y del mismo Dios! Es elemental no ironizar sobre sus costumbres ni burlarse de sus creencias. Pertenecen a lo más hondo de su ser. Muchos de ellos tienen un sentido de la vida, de la solidaridad, la fiesta o la acogida que enriquecería nuestra cultura. Hemos de evitar todo lenguaje discriminatorio para no despreciar ningún color, raza, creencia o cultura. Cómo humaniza convencerse vitalmente de la riqueza de la diversidad. Ha llegado el momento de aprender a vivir en el mundo como la casa común de todos que tanto le gusta mencionar al santo Padre Francisco  • AE


[1] La razón de denominar epulón al rico no es muy evidente, pero es tradicional, aunque no se le nombra así en el texto evangélico. Epulón es el nombre de uno de los rangos dentro de los cuatro colegios sacerdotales romanos; pero como adjetivo el Diccionario de la Real Academia lo define como hombre que come y se regala mucho. Por otro lado épulos eran los convites sagrados a cuyo cargo estaban los epulones romanos. Posiblemente, la adición del nombre epulón se debe a Pedro Crisólogo, arzobispo de Rávena del siglo V.​

Fr Agustin´s schedule for September 28-29, 2019 (Twenty-sixth Sunday in Ordinary Time).





Sunday September 29, 2019. 
Twenty-sixth Sunday in Ordinary Time.

10.30 a.m. English Mass.
@ Our Lady of Grace Catholic Church.

12.00 a.m. English Mass. 
@ Our Lady of Grace Catholic Church.

5.30 p.m. English Mass. 
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church. 


Your conscience and mine (Twenty-sixth Sunday in Ordinary Time. Cycle C)



The parable in todays gospel describes these two characters, pointing out powerfully the contrast between them. The rich man goes about clothed in purple and the finest linen, the poor man’s body is covered with sores. The rich man feasts splendidly not only in times of festival but daily, the poor man is thrown away at his doorstep, unable to bring to his mouth what falls from the rich man’s table. Only dogs come near to lick his wounds when they come looking for something in the garbage. At no point does it talk about the rich man exploiting the poor man or that he has mistreated or despised him. You could say that he hasn’t done anything bad. However his whole life is inhuman, since he only lives for his own well-being. His heart is made of stone. He completely ignores the poor man. He has him right in front of him, but doesn’t see him. The poor man is right there: sick, hungry, abandoned, but the rich man is unable to cross the threshold to take care of him. We mustn’t deceive ourselves. Jesus isn’t just denouncing the situation in 30 CE Galilee. He’s trying to shake the conscience of those of us who have grown accustomed to live in abundance while right outside our door people are living and dying in the most absolute misery. It is inhuman to enclose ourselves in our «society of well-being» while completely ignoring that other «society of not-at-all-well-being». It is cruel to keep nourishing a “secret fantasy of innocence” that allows us to live with a clear conscience, thinking that it’s everybody’s fault and it’s nobody’s fault. Our first step today Could be to break through indifference. Stop letting ourselves continue to enjoy a well-being that is void of compassion. Stop keeping ourselves mentally isolated in order to put the misery and hunger that fills our world into some abstract far off place, thereby being able to live without hearing any noise or cries for help or weeping. The Gospel can help us live wide awake, not letting us end up more and more closed to the sufferings of the abandoned, not letting us lose our sense of fraternal responsibility, not letting us stay passive when we can act. Dom Elder Camara was a Brazilian bishop. Controversial, but always close to the poor and the forgotten. He used to say a phrase that has always made me think. I want to leave here to remove my own conscience again, leave me uncomfortable and help me think more about others. “When I give food to the poor, they call me a saint. When I ask why the poor have no food, they call me a communist” • AE

Lo que realmente importa (XXV Domingo del Tiempo Ordinario)



Arnaud de Moles, Cena en Emaús, 
vidriera de la Catedral de Auch (sur de Fracia)
...
Por buscar lo más precioso
yo vine a la Eucaristía,
el bien que Dios me confía
como a hijo suyo dichoso.

Lo más entrañable y mío
con nada de comparar
es el divino manjar
que viene a mi poderío.
Y muy adentro en mis venas
él conmigo es sacramento:
signo y gracia en alimento,
paz y amor a manos llenas.

El corazón es su casa,
la intimidad su morada,
el tiempo no cuenta nada,
cuando él mismo nos traspasa.
Eternidad el instante
de este reloj huidizo,
porque el Dios que el tiempo hizo
es hoy divino y radiante.

Este es el bien verdadero,
bien que es mío y no es ajeno,
Jesús vivo, el Nazareno,
el que murió en el madero.
Que es presencia y subsistencia
llenando a su creatura,
amor que nos transfigura
amor de divina esencia.

Humilde y sencillo llego,
oh mi Jesús cotidiano,
y pido como cristiano
para comulgar sosiego.
Tú te llegas hasta mí,
abierto de par en par;
que yo sepa igual estar
todo entero para ti  

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
Puebla (México), 13 septiembre 2010. 


Aquel que sacia y llena el corazón (XXV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C).



Para aprender a vivir de manera nueva, lo primero y más importante no es hacer grandes esfuerzos para cambiar nuestra vida, sino despertar y atrevemos a ver las cosas tal como son, dándoles su verdadero nombre. Es sorprendente con qué sencillez desenmascara Jesús nuestras ilusiones y falsedades: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Nosotros creemos ingenuamente que nos servimos del dinero. Jesús señala que en realidad servimos al dinero. Pensamos que somos dueños de nuestro dinero y no vemos que es el dinero nuestro dueño y señor. Creemos poseer las cosas y no nos damos cuenta de que las cosas nos poseen. Esas ansias de poseer nacen de nuestra inseguridad, pero cuesta reconocerlo. Necesitamos reafirmamos a nosotros mismos, protegernos ante los demás, asegurarnos el futuro. Aquí está el error. Cuantas más cosas poseemos, más crece nuestra inseguridad y nuestra preocupación y más difícil se nos hace asegurar nuestra felicidad. La razón es sencilla. Si ponemos nuestra felicidad en las cosas, la fuente de nuestra felicidad ya no está en nosotros mismos. La felicidad no es algo que se alcanza poseyendo cosas y más cosas, sino algo que se comienza a intuir y experimentar cuando nuestro corazón se va liberando de tantas ataduras y esclavitudes. Uno solo es el Amor que llena, que sacia. ¿Buscamos conocerlo? Mientras sigamos sirviendo al dinero, no nos abriremos ni sabremos lo que es la vida, el amor y la alegría. Y tampoco podremos hacernos amigos -auténticos- del Señor, por mucho que lo invoquemos e incluso ¡Ay! lo recibamos en la Sagrada Comunión • AE 

Fr Agustin´s schedule for September 21-22, 2019 (Twenty-fifth Sunday in Ordinary Time).



Saturday September 21, 2019.

4.00 p.m. Sacrament of Reconciliation
 @ Our Lady of Sorrows Catholic Church.

6.00 p.m. Vigil Mass
@ Our Lady of Sorrows Catholic Church.

Sunday September 22, 2019.
Twenty-Fifth Sunday in Ordinary Time.

9.00 a.m. English Mass. 
@ St. Peter Prince of the Apostles Catholic Church.

11.30 a.m. English Mass.
@ Our Lady of Sorrows Catholic Church

4.00 p.m Sacrament of Reconciliation
5.00 p.m. English Mass.


@ Trinity University
(Margarite B. Parker Chapel)
...