Saturday of the Fourth Week of Easter (5.9.2020)




The Church invites us to consider how important it is for all Christians to be aware that they need to know Christ more and more. Which tools can we rely upon for this? Many! A pondered and attentive reading of the Gospel; our personal involvement when praying, by trying hard to make our prayers become a true dialogue of love, not a mere introspective monologue, and the daily renewed effort to discover Christ in our fellow men: our relatives, our friends, a neighbor perhaps in need of our attention and help, of our advice, of our friendship. «Lord, show us the Father», asks Philip A good request for us to keep on repeating all day long: Lord, show me your face! We Christians must find that divine something in our daily chores; God's footprint in all that surrounds us. In our job, in our social life amongst others, everywhere! Or, when we are sick, too: when we are ill it is a good time for us to identify ourselves with a suffering Christ. As St. Therese of the Child Jesus said, «if we do not decide ourselves to swallow once and for all our death and our lack of health, we shall never do anything» • AE




Desde que el hombre puebla la tierra en su corazón está el deseo profundísimo (sic) de ver a Dios, ver al que nos ve. Felipe, en el evangelio de hoy, también le dice a Jesús: "Muéstranos al Padre, muéstranos a Dios". La respuesta del Señor es sorprendente: "Quien me ha visto a mí ha visto al Padre, ha visto a Dios". Y es que Dios no es algo que está arriba, ni abajo. Está entre los hombres. Tiene un nombre: se llama Jesús. Es un judío de Galilea, no de Arabia. Jesús es el rostro del Padre, la imagen acabada del Padre. Está entre nosotros, acompaña nuestra existencia, vela por nuestra vida, tiene compasión de los enfermos, atiende a los pobres. Sus predilectos son los excluidos, los pecadores, los menospreciados de la sociedad. Va en busca de la oveja descarriada a la que trae sobre los hombros. Jesús, el rostro del Padre, nos da esperanza a los humanos de que un día, después de haber llenado nuestra vida de humanidad en esta tierra, se nos regalará la inmortalidad en la patria. Jesús estaba haciendo visible a Dios. Hoy nos preguntamos dónde está Dios. Está allí donde hay hombre y mujeres que tienen la mirada limpia y el corazón pacífico para acoger a sus semejantes, allí donde hay alguien de nuestro barro y de nuestra carne que ama y se adentra por un camino que le puede costar la existencia a favor de sus hermanos, allí donde existen personas que no se preocupan del mañana porque a cada día le basta su afán y viven en las manos de Dios con la despreocupación de los lirios del campo y de los pájaros del cielo, allí está Dios. Dios anda entre los pucheros, decía Santa Teresa. Dios anda entre las cosas de esta vida. No, Dios no guarda silencio. Dios está hablando constantemente. Otra cosa es que estemos sordos y no le oigamos. ¿Lo oyes tú? ¿Lo ves tú? • AE

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