The Lord invites us to stay calm.
Serenity and joy flow smoothly like a river of peace from his resurrected Heart
towards ours, dazed and restless, so often shaken by an activity as hectic as
it is futile. Ours are times of agitation, restlessness and stress. Today Jesus,
the Prince of Peace, repeats to all men of good will, with his infinite
gentleness: «Do not be troubled; trust in God and trust in me». To the right of
the Father, He cherish, as a hopeful dream of his mercy, the moment when He
shall have us by his side «so that where I am, you also may be». We cannot
argue as Thomas did. We already know where the way is. We do know, by sheer
grace, the path leading to the Father, in whose house there are many rooms. A
place in Heaven is prepared for us that will remain forever empty if we do not
occupy it. Let us, therefore, get closer, without any fright and with unlimited
trust, to Him who is the only Way, the inalienable Truth and the fullness of
Life• AE
…
Llegamos al ultimo Yo soy de esta semana. ¿Cuántas veces nos
hemos detenido en los matices que esconden las palabras camino, verdad y vida
en labios del Señor? Hoy podríamos acercarnos a ellas desde la oración. La que
os propongo fue escrita hace varios años por un hermano claretiano:
Señor Jesús,
queremos seguirte
como los primeros apóstoles
a quienes llamaste
'para que estuvieran contigo'.
Tú eres el camino hacia el Padre,
por eso no podremos extraviarnos
si te seguimos.
Tú eres luz, guía segura,
señal de pista hacia la meta;
sólo tú das sentido a nuestro vivir.
Tú eres la verdad de Dios,
eres nuestra raíz y nuestro cimiento,
la roca firme, la piedra angular,
el monte que no tiembla,
el 'Amén', el Sí total, continuo y gozoso
a la voluntad del Padre.
Tú eres la vida de Dios,
por eso nos animas
y nos salvas de todas las muertes
que amenazan con destruirnos.
Tú nos acompañarás
cuando atravesemos la frontera.
También entonces -entonces sobre todo-
serás nuestro alimento,
nuestro viático para el camino,
continuarás llamándonos y nosotros te seguiremos:
emprenderemos contigo nuestro último viaje.
Tú, Señor,
nos conduces, nos iluminas y nos salvas.
Nosotros creemos en ti
y no somos menos privilegiados
que tus primeros discípulos:
aunque te has ocultado a nuestra vista
has puesto ojos en nuestro corazón
y has reservado para nosotros una bienaventuranza:
'Dichosos aquellos que sin ver
creerán en mí' • AE
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