We
are only a little under three weeks now from the feast of Pentecost, which we
celebrate on Sunday two weeks. It is hard to believe we are already more than
half way through the seven week season of Easter. As we get closer to the feast
of Pentecost, we will begin to hear more references to the Holy Spirit in the
readings that are proclaimed at Mass. In this morning’s gospel reading Jesus
says to his disciples, "the Advocate, the Holy Spirit, whom the Father will
send in my name, will teach you everything and remind you of all that I have
said to you". It is the evening before Jesus is put to death; his disciples are
aware that Jesus is taking his leave of them. In that highly charged hour Jesus
assures them that his leaving them, his death, will not be the end of his
relationship with them. He will send the Holy Spirit from the Father who will
remind them of all Jesus said to them. Jesus’ relationship with them will
endure in and through the Holy Spirit. Jesus is present to all of us, within
all of us, in and through the Holy Spirit. The Holy Spirit brings Jesus to us
today and brings us to Jesus! That is why we need to keep on praying, "Veni Sancte Spiritus! Come
Holy Spirit, fill my heart". We keep asking the Spirit we have already received
to keep on filling us more and more, filling our thoughts, words, deeds,
filling our very being, so that our relationship with the Lord will continue to
deepen • AE
…
El relato de los Hechos que hoy escuchamos
nos presenta a Pablo y a Bernabé llenos de compasión delante de aquel hombre lisiado,
cojo de nacimiento; un hombre desgarrado por unas limitaciones de las que jamás
había sido capaz de liberarse. Y aquí está lo maravilloso: los apóstoles
son capaces de ver el corazón de aquel hombre y encontrar en él una fe capaz de
curarlo. ¿Tenemos nosotros esa mirada? ¿Tenemos nosotros esa fe? ¿Somos capaces
de mirar con calma las semillas del Reino en el corazón de las personas que nos rodean
por “deformes” que puedan aparecer ante nuestros ojos? ¿Tenemos nosotros la fe
y el valor suficiente para gritar, mirando, a nuestros hermanos: "¡levántate!"? A
esto estamos llamados; esa es nuestra misión, para esto se nos ha enviado. Sin
el Espíritu de Jesús no podemos hacer nada. Sólo Él puede enseñarnos y
recordarnos, una y mil veces, todo lo que Jesús nos ha dicho. ¿Recordamos las
Palabras de Jesús? ¿Las tenemos en el corazón? Ésta es la medida del amor a
Jesucristo que hoy nos presenta el Evangelio: “El que me ama guardará mi
palabra…” Y no sólo seremos capaces de guardar –sin perderla- aquella Palabra
que continuamente nos invita a que “…dejemos los dioses falsos y nos
convirtamos al Dios vivo…” sino que además nos encontraremos con el don inmenso
del Amor del Padre. Si fuéramos capaces de ver un poco la profundidad de lo que
esto significa nos volveríamos locos de alegría. Somos, inexplicablemente,
morada de Dios para que nosotros seamos a su vez una “vida-casa” en la que
quepan todos los hermanos, especialmente los más desgarrados y atribulados • AE
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