Today we are reassured by the Gospel reading that Jesus is alive and continues to be the center around which the disciples' community is built. The gathering of the community, the dialog with brothers and sisters who share the same faith, the reading of the Word of God, the love shared and expressed through fraternity and service, all this is precisely the ecclesial context in which the disciples can encounter the Resurrected. The story of the disciples of Emmaus is useful as a guide to us in the long journey through a path of doubts, afflictions and sometimes even bitter disillusionments; the Lord continues to be our companion who introduces us, by explaining the Scriptures, to the comprehension of God's mysteries. Upon the fulfillment of this encounter the light of the Word is followed by the light that emerges from the «Bread of Life», through which Christ fulfills perfectly His promise that He would be with us «always, until the end of the age» (Mt 28:20). Let us not forget that the proclamation of the Lord's Resurrection lightens up the dark regions of the world in which we live • AE
...
Qué podemos hacer cuando nos sentimos timados, cuando tenemos la impresión de que la fe no produce ni en nosotros ni el mundo los resultados que habíamos soñado? ¿Cómo encajar las decepciones que nos crea a veces nuestra Iglesia? ¿Cómo aceptar que tras dos mil años de cristianismo siga habiendo en el mundo tanto mal? La “terapia de recuperación de la fe” pasa por cuatro etapas. La primera consiste en hablar, en poner nombre a todas nuestras zozobras y miedos, en sacar afuera la frustración que guardamos en nuestra bodega, en contársela con pelos y señales a ese hombre misterioso que camina con nosotros y que nos pregunta: "¿Qué asuntos te traen de cabeza? ¡Cuéntamelos! Cuando nos atrevemos a contarle a él lo que nos pasa hemos puesto en marcha un proceso de sanación. La segunda etapa consiste en escuchar. En la primera, Jesús, como buen terapeuta, ha sido todo oídos para que nosotros pudiéramos ser todo palabra. Ahora se invierten los papeles. Nos toca a nosotros escuchar su Palabra. Esta palabra se nos transmite, sobre todo, en la Escritura. Volver a la Escritura con humildad, sin ansiedades, es el único modo de que nuestro corazón decepcionado comience lentamente a arder. ¡Sólo la Palabra enciende de nuevo las ascuas que están debajo de nuestras cenizas! La tercera etapa pasa por el comer. A los discípulos de Emaús sólo se les abren los ojos, sólo reconocen al extraño compañero de camino, cuando éste se queda a cenar con ellos y les parte el pan. También hoy para cada uno de nosotros la eucaristía es el "lugar del reconocimiento", en el doble sentido de la palabra: de acción de gracias y de caer en la cuenta. La cuarta etapa finalmente, es semejante a la que hemos visto en los encuentros de los días anteriores. Consiste en acoger el testimonio de otros y en comunicar el propio. Los discípulos de Emaús, que habían comenzado un itinerario de dimisión, emprenden un itinerario de misión, que los lleva de nuevo a Jerusalén, donde está la comunidad. Tras reconocer al Resucitado, han pasado de ser dimisionarios a ser misioneros. Curiosamente, cuando se encuentran con la comunidad, no son ellos los primeros en contar lo que les ha pasado, sino que aceptan la confesión de fe de los Once y de sus compañeros: "Es verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón". Hablar, escuchar, comer y comunicar son los verbos que marcan las cuatro etapas de un profundo encuentro con el Resucitado. Los discípulos de Emaús no son sino prototipos de lo que tú y yo somos. En su aventura de fe encontramos luz para comprender mejor la nuestra • AE
No hay comentarios:
Publicar un comentario