Eran cien ovejas
que había en el rebaño
eran cien ovejas
que un pastor cuidó
pero en una tarde
al contarlas todas
le faltaba una
y triste lloró.
Las noventa y nueve
dejó en el aprisco,
y por la montaña
a buscarla fué
la encontró gimiendo
temblando de frío
curó sus heridas
la tomó en sus brazos
y al redil volvió.
Esta misma historia
vuelve a repetirse:
hay muchas ovejas
que sin rumbo van
con el alma rota
van por los collados
temblando de frío
vagando en el mundo
sin Dios y sin fe.
Las noventa y nueve
dejó en el aprisco
y por la montaña
a buscarla fué
la encontró gimiendo
temblando de frío
curó sus heridas
la tomó en sus brazos
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