Jesús, ¿por qué
tentado tú, de dónde,
por qué probado en
todo, si no es tuya
la masa pecadora de
mi carne,
si el alma tuya es
luz, si es toda pura?
¿Por qué mezclas tu
sangre con la mía,
y sufres, sudas como
el pobre suda,
y temes como teme
quien ignora,
y aceptas el vivir en
noche oscura?
¿Por qué entras en
combate, cual si fueras
deudor por tus raíces
o tu culpa,
y un algo en ti
tuviera de conquista
aquel que al mundo
agarra con sus uñas?
¿Por qué? Decid,
palabras bien pensadas,
decid buenas razones
que nos cumplan;
mostrad inteligible
esa frontera,
dad cuenta, si
podéis, de esa locura.
La lengua calla y el
pecho silencioso
piadosamente adora y
ama y rumia,
y sabe en rendimiento
que no tiene,
ajeno al loco amor,
razón ninguna.
¡Oh Cristo,
Bienamado, Rey glorioso,
por qué desde tu faz
tanta ternura.!
¡A ti la gloria, el
premio, la alegría
y toda gratitud de
criatura! Amén •
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ
(letra) –
FIDEL AIZPURÚA (música),
capuchinos, Himnario de las Horas,
Editorial
Regina, Barcelona 1990, pp. 51-54.
No hay comentarios:
Publicar un comentario