V.El Señor esté
con vosotros.
R.Y con tu
espíritu.
V.Levantemos el
corazón.
R.Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V.Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R.Es justo y necesario.
En verdad es justo
y necesario,
es nuestro deber y
salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque has ungido
con el óleo de la alegría,
a tu Hijo único,
nuestro Señor Jesucristo,
como Sacerdote
eterno y Rey del universo,
para que,
ofreciéndose a sí mismo
como víctima
perfecta y pacificadora en el altar de la cruz,
consumara el
misterio de la redención humana;
y, sometiendo a su
poder la creación entera,
entregara a tu
majestad infinita un Reino eterno y universal:
Reino de la verdad
y de la vida,
Reino de la
santidad y de la gracia,
Reino de la justicia,
del amor y de la paz.
Por eso, con los
ángeles y los arcángeles
y con todos los
coros celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo...
____________
El prefacio es la oración que, en el rito
romano, concluye el ofertorio e introduce el canon de la Misa, que es donde se
incluye la consagración. Se trata de una oración de acción de gracias y se
canta todos los días del año. Con esta oración "la Iglesia da gracias al
Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras, por la creación,
la redención y la santificación. Toda la asamblea se une entonces a la alabanza
incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos los santos cantan al
Dios tres veces santo" (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n.
1352).
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