Un día la historia –apasionante- de la humanidad se va a acabar, como acabará
inevitablemente la vida de cada uno de nosotros. Este domingo, el primero de
Adviento, el evangelio ponen en boca de Jesús un discurso sobre este final, y
siempre destacan una exhortación: vigilad,
estad alerta… Las primeras
generaciones cristianas dieron mucha importancia a esta vigilancia. El fin del
mundo no llegaba tan pronto como algunos pensaban. Sentían el riesgo de irse
olvidando poco a poco de Jesús y no querían que los encontrara un día dormidos.
Han pasado muchos siglos desde entonces. ¿Cómo vivimos los cristianos de hoy?,
¿seguimos despiertos o nos hemos ido durmiendo poco a poco? ¿Vivimos atraídos
por Jesús o distraídos por toda clase de cuestiones secundarias y accidentales?
¿Le seguimos a él, o hemos aprendido a vivir al estilo de todos? Vigilar es
antes que nada despertar de la inconsciencia. Vigilar es vivir atentos a la
realidad. Escuchar los gemidos de aquellos que sufren. Sentir el amor de Dios a
la vida. Vivir más atentos a su presencia misteriosa entre nosotros. Sin esta
sensibilidad no es posible caminar tras los pasos de Jesús. Vivimos a veces ¡ay!
Totalmente inmunizados a los gritos del evangelio. Tenemos corazón, pero se nos
ha endurecido; tenemos oídos, pero no escuchamos lo que Jesús escuchaba;
tenemos ojos, pero no vemos la vida como la veía él, ni miramos a las personas
como él las miraba ¿Y cómo despertar? Al Señor le preocupaba –digámoslo así- que
el fuego inicial de los discípulos se apagara y se durmieran. Es el gran riesgo
que corremos los cristianos hoy: instalarnos cómodamente en nuestras creencias,
acostumbrarnos al evangelio y vivir adormecidos en la observancia tranquila de una
religión apagada: misa del domingo, una nieve a la salida –o guasanas en Aguascalientes-
y a casa a ver la tele. Y ya. No hay
más. ¿Cómo despertar? Lo primero es
volver a Jesús. No basta instalarnos «correctamente» en la tradición. Hemos
de arraigar nuestra fe en la persona de Señor, volver a nacer de su espíritu.
Nada hay más importante que esto en la Iglesia. Solo Jesús nos puede conducir
de nuevo a lo esencial. Necesitamos, además, reavivar la experiencia de Dios.
Lo esencial del evangelio no se aprende desde fuera. Lo descubre cada uno en su
interior. Hemos de aprender y enseñar caminos para encontrarnos con Dios. De
poco –o nada- sirven las largas y aburridas catequesis o las acaloradas discusiones
sobre moral sexual si no despertamos en nadie el gusto por un Dios amigo, cercano,
compañero de camino, fuente de vida digna y dichosa. Hay algo más. La clave
desde la que Jesús vivía a Dios y miraba la vida entera no era el pecado, la
moral o la ley, sino el sufrimiento de las personas. El Santo Padre Francisco
no se cansa de repetírnoslo. Jesús no solo amaba a los desgraciados, sino que
nada amaba más o por encima de ellos. No estamos siguiendo bien los pasos de
Jesús si vivimos más preocupados por la religión que por el sufrimiento de las
personas. #Loquetechocatecheca Nada despertará a la Iglesia de su rutina,
inmovilismo o mediocridad si no nos conmueve más el hambre, la humillación y el
sufrimiento de los demás. Empezamos pues
el tiempo de Adviento. Nunca es tarde para escuchar la llamada de Jesús a vivir
vigilantes, despertando de tanta frivolidad y asumiendo la vida de manera más
responsable. Hoy lo importante es ir a lo esencial, encontrar una fuente de
vida y de salvación. ¿Por qué no nos detenemos a oír esa llamada urgente de
Jesús a despertar? ¿No necesitamos escuchar sus palabras? Todos hemos de
preguntarnos qué es lo que estamos descuidando en nuestra vida, qué es lo que
hemos de cambiar y a qué hemos de dedicar más atención y más tiempo[1].
Las palabras de Jesús están dirigidas a todos y a cada uno: Vigilad. Hemos de reaccionar. Si lo
hacemos, viviremos uno de esos raros momentos en que nos sentimos «despiertos»
desde lo más hondo de nuestro ser • AE
[1] Pagola, José Antonio, El
camino abierto por Jesús. Mateo (eBook-ePub) (Educar Practico)
(Spanish Edition) (Kindle Locations 5008-5053). Grupo SM. Kindle Edition.
No hay comentarios:
Publicar un comentario