Holy
Father, Holy Son,
Holy
Spirit, Three we name Thee;
While
in essence only One,
Undivided
God we claim Thee;
And
adoring bend the knee,
While we own the mystery •
Today, it does us good to hear John's Gospel reminding us again that «God so loved the world...»[1]. This morning we are celebrating the solemnity of the Most Holy Trinity, in every mass God is worshipped, loved and served, because God is Love. In God we find an association with Love, and whatever He actively does He does it for Love. God loves. He loves us. This great truth is a truth that transforms us, that makes us better. Because it penetrates our discernment and becomes absolutely evident. And it deeply affects our actions improving them into total loving actions which, the purer, the greater and the more perfect. One of my favorite ideas on the theology of St. John of the Cross is this: «Where there is no love, put love, and there you will draw out love». And this is true, because this is what God does all the time. He «did not send the Son into the world to condemn the world; instead, through him the world is to be saved»[2] thanks to Jesus' Christ's life and to his love, all the way to his death on the Cross. So, this morning, we contemplate him as the only one that reveals us the authentic love. We speak so much about love, that perhaps it has lost its freshness. Well, let us remember that Love is what God feels for us. Love and you will be happy! Because to love is to offer our life for those we love. Love is gratuitous and simple. Love is to deny oneself, awaiting everything from God. Love is to diligently serve those who need us. Love is to lose to recover up to a hundred-fold your losses. Love is to live without accounting for what one is doing. Love is what makes us resemble God. Love —and only love— is eternity already amidst us! My brother, my sister, let us live with passion the Eucharistic celebration, which is the sacrament of Love, as it gives us God's love made flesh. It makes us share the fire burning in Jesus' heart, forgives us and recasts us anew to let us love with the same kind of Love as Jesus bears us • AE
[1] Jn 3:16.
[2] Id., 17.
…
A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad; se cuentan por cientos los manuales de teología, sin embargo muchos de nosotros en algún punto no logramos, hace una buena conexión entre esas admirables doctrinas y nuestro día a día; quizá necesitamos hablar de Dios con palabras más humildes y sencillas, palabras que toquen ese corazón nuestro a ratos confuso y desalentado, palabras que reconforten nuestra fe vacilante en medio de tanta oscuridad. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro Credo para aprender a vivirlo con alegría nueva. «Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra». No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados. Dios es nuestro Padre que nos quiere. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo. Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Los jóvenes se han ido alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiar nuestra fe, pero Él nos sigue mirando con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en este Dios, Creador y Padre, pues habríamos perdido nuestra última esperanza. «Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor». Este el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo que comprende. Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza? «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida». Este misterio de Dios no es algo lejano: está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como ese Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros. «Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica» y que también es ese un hospital de campaña al final de la batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas... Y hay que comenzar por lo más elemental[3]. Es un regalo grande caminar por la vida habiendo sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. No lo hemos de olvidar. Ahí está el fundamento de nuestra identidad, y la fuente de nuestra espiritualidad [4]• AE
[3] Entrevista del Papa Francisco a La Civiltà Cattolica.
[4] J. A. Pagola, El camino abierto por
Jesús. Mateo (eBook-ePub), Kindle Edition.
...
Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche.
Aquella eterna fonte está escondida,
que bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche.
Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen de ella tiene,
aunque es de noche.
Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben de ella,
aunque es de noche.
Bien sé que suelo en ella no se halla,
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.
Su claridad nunca es oscurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes.
que infiernos, cielos riegan y las gentes,
aunque es de noche.
El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.
El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.
Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras
porque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque
es de noche
San Juan de la Cruz, Que bien sé yo la
fonte.
En el título Cantar del alma que se
huelga de conocer a Dios por fe, están ya declarados los dos elementos
fundamentales de la metáfora, muy transparente: Dios es la fonte, y fe es la
noche. Los misterios de la Trinidad y de la Eucaristía, vividos a través de la
fe. Dos misterios hacia los cuales, San Juan de la Cruz ha manifestado gran
devoción. Uno de sus mayores tormentos en la prisión de Toledo era no poder
celebrar misa ni recibir la Eucaristía. Allí,
en la cárcel (1578), compuso estos versos.
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