Hace cien años, el 13 de mayo, la
Santísima Virgen se apareció a tres pastores, Lucía, Francisco y Jacinta, cerca
del pequeño pueblo de Fátima en Portugal.
Fue la primera de seis apariciones, una cada mes hasta el mes de
octubre. En el transcurso de estas apariciones, María habló a los niños acerca
de su salvación. Ella permitió a los
niños que vieran los que sufren en el infierno.
Ella reveló “secretos” sobre los eventos que iban a suceder. En la aparición final se realizó un gran
milagro: El sol comenzó a girar y emitir
varios colores, y luego comenzó a caer hacia la tierra antes de volver a su
posición normal en el cielo. La Iglesia ha aceptado estas apariciones como
auténticas e incluso ha dado a la Virgen María una fiesta especial en el
calendario litúrgico bajo el título de Nuestra Señora de Fátima. Esta fiesta la
celebramos hoy, 13 de mayo, fecha de su primera aparición en Fátima. Nuestra
Señora de Fátima habló a los niños sobre lo que es necesario para lograr la paz
en el mundo. Ella hizo tres peticiones:
oración, penitencia y devoción a su Inmaculado Corazón. Oración. Cuando Lucía le pidió a Nuestra Señora lo que
deseaba, María respondió diciéndole a ella y a sus dos primos que rezaran el
Rosario. Penitencia. El llamado a
la penitencia es nada menos que la insistencia de que debemos alejarnos del
pecado en nuestras vidas, pedir perdón al Señor en el Sacramento de la
Reconciliación, y expiar por nuestros pecados. La devoción al Inmaculado
Corazón de María. En su segunda aparición, Nuestra Señora de Fátima dijo a
los niños que «Jesús desea establecer en todo el mundo la devoción a mi
Inmaculado Corazón». La reciente celebración de la Divina Misericordia nos ha
recordado el misericordioso Corazón de Jesús y su deseo de que todas las
personas experimenten esa misericordia.
Estrechamente asociado con el Corazón de Jesús está el de su Madre. Estas son las simples peticiones de Nuestra
Madre Bendita. ¿Cómo hemos respondido a ellas en estos años? • AE
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