La tradición de los altares dedicados a la Virgen de
los Dolores tiene su origen con la Orden de los Siervos de María en la Italia del
siglo XIII. En América fue introducido por los frailes franciscanos a mediados
del siglo XVI como parte de la evangelización de los indígenas; el primer altar
habría sido erigido alrededor de 1519 por iniciativa de fray Bartolomé de
Olmedo, acompañante de Hernán Cortés, en San Juan de Ulúa, en Veracruz. Durante
500 años en México ha prevalecido esta tradición en el viernes, así llamado “de
Dolores”, anterior al Domingo de Ramos. En estos altares la Virgen aparece en
el centro porque lo que deseamos es acompañarla y aprender de ella a través de
este acontecimiento: consolarla y aprender a estar al pie de la cruz de Jesús.
Las esferas y gotas de cristal representan el sufrimiento de María. El
sufrimiento es valioso, es algo que transforma. El sufrimiento cristiano tiene
ese sentido. Las naranjas con banderas significan que el sufrimiento es fuente
de vida. Sufrimiento y vida están íntimamente relacionados. Las velas son signo
de la vigilancia, de estar despiertos, de perseverar, mientras que el papel
picado es siempre un signo que pretende alegrar, dar belleza aun a los momentos
más difíciles de la vida. El trigo germinado es signo que acompaña la mayor
parte de la Semana Santa: El trigo tiene que caer, morir, y entonces volver a
nacer. En cuanto las flores hay que recordar que son símbolo de vida y belleza,
y acompañan a la Virgen, sin embargo, en el Altar de Dolores deben ir
marchitas, y si es posible, de color morado, símbolo de la tristeza. El altar
también incluye algunas veces el monograma de María y el de su Inmaculado
corazón atravesado por los siete dolores, así como los elementos de la Pasión: Los
clavos, el martillo, la corona de espinas, el gallo, la esponja, el pilar, el
INRI, la caña, los dados, la lanza y la cruz. El altar de dolores: una tradición
preciosa que sigue vive siete siglos después • AE
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The tradition of altars dedicated to Our Lady of Sorrows (Virgen de los Dolores) has its origin with the Order of the Servants of Mary in 13th century in Italy. In America it was introduced by the Franciscan friars in the mid-sixteenth century as part of the evangelization of the indigenous people; The first altar would have been erected around 1519 at the initiative of Brother Bartolomé de Olmedo, companion of Hernán Cortés, in San Juan de Ulúa, in Veracruz. For 500 years in Mexico this tradition has prevailed on Friday, so called “de Dolores”, before Palm Sunday. In these altars the Virgin appears in the center because what we want is to accompany her and learn from her through this event: comfort her and learn to be at the foot of the cross of Jesus. The glass spheres and drops represent the suffering of Mary. Suffering is valuable, it is something that transforms. Christian suffering has that meaning. The oranges with flags mean that suffering is the source of life. Suffering and life are intimately related. Candles are a sign of vigilance, of being awake, of persevering, while the confetti is always a sign that aims to cheer up, give beauty to even the most difficult moments of life. Sprouted wheat is a sign that accompanies most of Easter: Wheat has to fall, die, and then be born again. As soon as the flowers it is necessary to remember that they are a symbol of life and beauty, and they accompany the Virgin, however, in the Altar of Dolores they should be withered, and if possible, purple, a symbol of sadness. The altar also sometimes includes the monogram of Mary and that of her Immaculate Heart pierced by the seven pains, as well as the elements of the Passion: the nails, the hammer, the crown of thorns, the rooster, the sponge, the pillar, the INRI, the cane, the dice, the spear and the cross. The altar of sorrows: a precious tradition that continues to live seven centuries later • AE
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