Concédeme, Jesús, la novedad del Evangelio. Tú no
eres un grado superior a Moisés; tú eres Tú y solo Tú. Y las comparaciones que
dices, las dices para llevarnos hasta tu corazón y que allí encontremos la
revelación del Evangelio. El Evangelio, que no escribiste, que ni pudiste
escribir, que salía de tus divinos labios, el Evangelio - ¡Jesús!- eres Tú.
En el monte Sinaí
la luz anunciaba amor,
y en la vida del Señor
Dios ternura se hizo sí.
Yo no he venido a anular
lo que del cielo venía,
que cuando la zarza ardía,
ardía desde mi hogar.
Dios es uno, Dios es fiel,
Dios amor es santidad
y su infinita bondad
santifica el alma y piel.
En el monte Sinaí
la luz anunciaba amor,
y en la vida del Señor
Dios ternura se hizo sí.
No matarás; mas yo digo
que hasta el leve pensamiento
si lleva resentimiento
será reo de castigo.
Del amor Dios es medida,
y amor no tiene rebaja,
porque el amor es la alhaja
de la esposa embellecida.
En el monte Sinaí
la luz anunciaba amor,
y en la vida del Señor
Dios ternura se hizo sí.
No habrá en tu cuerpo adulterio,
que es el pecado carnal,
mas la raíz de este mal
toca el profundo misterio.
Y tus ojos adulteran
si peca tu corazón,
si los celos, la pasión
la paz del amor alteran.
En el monte Sinaí
la luz anunciaba amor,
y en la vida del Señor
Dios ternura se hizo sí.
Mi Jesús, mi perfección,
que otra mayor no deseo;
a tu dulce pastoreo
consagro mi comunión.
Mi Jesús, mi santo monte:
tú entiendes más que entender,
mi gozo y mi padecer,
porque tú eres mi horizonte. Amén •
P. Rufino Mª Grández, ofmcap,
Puebla, Santo Tomás de Aquino 2011.
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