Decía Paul Tillich que la gran tragedia que
vivimos es la de haber perdido la dimensión de profundidad[1].
Ya no somos capaces de preguntarnos de dónde venimos y mucho menos a dónde
vamos. No sabemos interrogarnos por lo que hacemos ni lo que debemos hacer
antes de morir. Estas preguntas no encuentran ya respuesta alguna en muchos
hombres y mujeres de hoy. Más aún, ni siquiera son tema de conversación porque
hemos perdida esa dimensión de profundidad. Las generaciones actuales no tienen
ya el coraje de plantearse estas cuestiones con la seriedad y la hondura con
que lo han hecho las generaciones pasadas. Muchos prefieren seguir caminando en
tinieblas. Por eso, en estos tiempos hemos de volver a recordar que ser creyente
es, antes que nada, preguntar apasionadamente por el sentido de nuestra vida y
estar abiertos a una respuesta, aun cuando no la veamos de manera clara y
precisa. El relato de los magos que escuchamos en el evangelio de esta fiesta
tan luminosa y tan bonita de la Epifanía del Señor ha sido visto por los Padres
de la Iglesia como ejemplo de unos hombres que, aun viviendo en las tinieblas
del paganismo, han sido capaces de responder fielmente a la luz que los llamaba
a la fe. Son hombres que, con su actuación, nos invitan a escuchar toda llamada
que nos urge a caminar de manera fiel hacia Cristo. Nuestra vida transcurre con
frecuencia en la corteza de la existencia: trabajo, amigos, problemas,
encuentros, ocupaciones diversas, nos llevan y traen, y la vida se nos va
pasando llenando cada instante con algo que hemos de hacer, decir, ver o
planear. Corremos así el riesgo de perder nuestra propia identidad,
convertirnos en una cosa más entre otras y vivir sin saber ya en qué dirección
caminar. ¿Hay una luz capaz de orientar nuestra existencia? ¿Hay una respuesta
a nuestros anhelos y aspiraciones más profundas? Desde la fe cristiana, esa
respuesta existe. Esa luz brilla y es el Niño nacido en Belén. El punto de partida
es tomar conciencia de que vivimos en tinieblas, de que hemos perdido el
sentido fundamental de la vida, pero con Jesús es posible recuperarlo, Él es luz
que ilumina nuestra existencia, Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu
pueblo Israel, canta Zacarías[2]; Él
es esa fuerza que da profundidad a nuestra vida • AE
[1] Paul Johannes Tillich (1886- 1965)
fue un filósofo existencialista cristiano y teólogo protestante luterano
germano-estadounidense que es ampliamente considerado como uno de los teólogos
más influyentes del siglo XX. También escribió varias obras históricas con
temas cristianos.
[2] Cfr Lc 2, 22-35.
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