C. Saraceni, Madonna col Bambino
e sant’Anna, oil on canvas,
Museo Nazionale di Palazzo Venezia di Roma.
...
El Verbo se hizo carne en ti,
María,
oh tierra virginal de nuestra
tierra,
Esposa del Espíritu divino,
divina Madre, Madre verdadera.
Tan solo lo asumido fue salvado;
por eso, Santa, en ti todo se
encierra,
en ti, de cuya sangre el
Unigénito,
tomó la raza humana toda entera.
Cuando él bajó a tu vientre y se
hizo tuyo,
cuando él puso en tu nido su
pureza,
cuando él vino a nosotros por tu
parto,
en ti se reveló la Gloria
excelsa.
¡Oh santa Madre, Virgen
incorrupta,
oh puerta de la vida, Madre
nuestra,
oh historia de Israel, que en ti
termina,
oh Madre de Belén, que nos lo
entregas!
En ti las profecías se han
cumplido,
en ti todo lo humano alcanza
meta,
y Dios, el Salvador, a ti
desciende,
y en ti tu Creador la vida empieza.
Altísimo Señor, Hijo Unigénito,
nacido de mujer, la nueva Eva,
la Iglesia con María te bendice,
¡oh sumo bien que cielo y tierra
llenas! Amén •
P. Rufino Mª Grández, ofmcap,
Jerusalén (Convento de La
Flagelación), 1 enero 1987.