Cada vez parece más normal terminar un matrimonio,
buscarse un nuevo amor y volver a empezar. Todo parece así más fácil y
llevadero. ¿Se acabó el amor? Te largas, me largo. Sin embargo, detrás de cada
ruptura hay casi siempre no poco sufrimiento y frustración. Hay a veces
humillación. ¿No es posible vivir en pareja de manera más estable? Lo primero,
tal vez, es no confundir el amor con los sentimientos y el deseo erótico. Por
lo general, la primera atracción del amor es muy intensa pero casi nunca se
mantiene así. El deseo cambia y evoluciona. Quien identifica el amor con la
atracción se dedica a enamorarse una y otra vez de alguien distinto. En cada
comienzo disfruta. Luego, sufre y hace sufrir. Es importante también recordar
que, si no hay una decisión y compromiso por buscar el bien del otro, no hay
todavía amor. Por eso, es un error avanzar en una relación de pareja de manera
prematura, si no estamos dispuestos a hacer feliz al otro. En esto no hay que
mentirse ni mentir. Cuántos sufrimientos se hubieran evitado si no se hubiera
pronunciado nunca un «te amo», que no era verdad. Tampoco hay que olvidar que amar
es fundamentalmente dar, no recibir. Por eso sólo el amor incondicional es
duradero. Si cada uno vive buscando sólo lo que el otro le puede aportar, el
futuro de la pareja está en peligro. Nunca la persona amada responde
perfectamente a lo que desearíamos. El amor se consolida cuando uno es feliz
haciéndole feliz al otro. El mayor error es ignorar que amar significa respetar
a la persona amada, no poseerla. Cuando no se respeta la manera de pensar, de
sentir y de ser del otro, se está arruinando el amor. Sólo amando con respeto
se le ayuda al otro a crecer y a dar lo mejor que hay en él. Por el contrario,
cuando hay manipulación y utilización interesada, la pareja se está ya
separando. El amor de la pareja es una flor frágil. Lo ha sido siempre.
Probablemente es la experiencia más sublime del ser humano, pero también la más
exigente. Sencillamente, porque, como dice Rilke, el amor consiste «en que dos
soledades se protejan, se junten y se acojan mutuamente»[1].
El ideal no es separarse, sino llegar a ser una sola carne, como decía Jesús[2].
Contemplamos esta mañana de diciembre a la Sagrada Familia de Nazaret, en ellos
tenemos un maravilloso ejemplo de amor entregado, generoso y fiel; de amor leal
y llevado hasta sus últimas consecuencias. Hoy más que nunca debemos apostar
por el amor estable, por el que no es caprichoso, por el que está dispuesto al
sacrificio silencioso, como José, como María, como Jesús • AE
[1]
Rainer Maria Rilke (1875 - 1926) es considerado uno de los poetas más
importantes en alemán y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son
las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo.
[2]
Cfr Mc 10, 8-10.
Desde España, mil gracias. Ha sido una Bendición encontrar este blog. Una esposa y madre.
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