Divino Rey del
reino del amor,
tú alzas corazones,
tú fascinas,
y tú doblegas,
suave, voluntades,
rendidamente en ti,
Jesús, prendidas.
En medio de la
tierra, tú eres fuego,
brasero en el altar
que al cielo mira;
viniste a preparar
un holocausto
y ardiendo está el
amor con que calcinas.
No buscas un
imperio de grandezas
ni por decreto o
leyes tú dominas,
tú reinas desde
dentro, donde nadie,
a nadie ser y vida
sacrifica.
Tú eres Rey, mi
único Señor,
y allí donde camine
tú caminas,
tu paz divina a
todos irradiando,
creando un mundo
nuevo, una familia.
Mi casa es tu
reinado y mi trabajo,
y yo te quiero dar
ciudadanía,
que nadie como tú
al mundo ama,
eternamente amigo
de la vida.
¡Oh Cristo, flor en
labios de amadores,
Palabra siempre
nuestra, ardiente y viva,
la luz fontal de
Dios es toda tuya,
derrámala en la
tierra, reina y brilla! Amén •
P. Rufino Mª
Grández, ofmcap,
Puebla, 14
noviembre 2010.
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