De nuestro padre san Francisco se cuentan historias simplemente maravillosas. Una de esas relata cómo uno de sus frailes le pidió permiso para
tener como suyo un salterio. El Poverello le contestó: "Cuando tengas el
salterio, querrás un breviario. Y cuando tengas el breviario, te sentarás en tu
sillón como un gran prelado y dirás a un hermano tuyo: 'Oye tú: tráeme mi
breviario'. Pues eso. Detachment. A propósito del evangelio de éste domingo • AE
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