Sed buenos entre los malos y seréis buenos sin compañía de malos (comentario de San Agustín al evangelio del día)



Anotemos las diferencias entre las dos pescas, una antes y otra después de la resurrección. En la primera las redes se echan indistintamente a un lado y a otro: no se nombra la derecha, para que no se piense que son todos buenos; ni la izquierda, para que no se entienda que hay sólo malos. En consecuencia, hay mezcla de buenos y malos. A causa de la gran cantidad, las redes se rompen. Las redes rotas simbolizan los cismas. Lo estamos viendo; así es y así acontece. Son dos las barcas que se llenan, porque son dos los pueblos, el de la circuncisión y el del prepucio; y están tan llenas que tienen exceso de peso y casi se hunden. El significado de esto merece llanto. La muchedumbre turbó a la Iglesia. ¡Qué grande es el número de los que viven mal, de los que oprimen y gimen! Con todo, las barcas no se hundieron en atención a los peces buenos. Hablemos sobre la última pesca, posterior a la resurrección. Allí no habrá ninguno malo; la seguridad será máxima, pero sólo si eres bueno. Sed buenos en compañía de los malos y seréis buenos sin compañía de malos. En esta pesca, la primera, hay algo que puede turbaros: el estar en medio de los malos. ¡Oh vosotros los que me escucháis fielmente! ¡Oh vosotros que no echáis en saco roto lo que os digo! ¡Oh vosotros para quienes las palabras no pasan de un oído a otro, sino que descienden al corazón! ¡Oh vosotros que teméis más vivir mal que morir mal, puesto que si vivís bien, no podéis morir mal! Vosotros, pues, que me escucháis no sólo para creer, sino además para vivir bien, vivid bien: vivid bien incluso entre los malos: no rompáis las redes. Quienes se complacieron demasiado en sí mismos y no quisieron soportar a los demás como si fueran malos, rompieron las redes y perecieron en el mar. Vivid bien en medio de los malos; no os arrastren los malos cristianos a vivir mal. No piense tu corazón: «Solo yo soy bueno». Si comienzas a ser bueno, cree que hay también otros, si tú has podido serlo. No adulteréis, no forniquéis, no os dediquéis al fraude, no robéis, no profiráis falso testimonio, no juréis en falso, no os embriaguéis, no neguéis un préstamo, no os quedéis con lo hallado en la posesión de otro. Cumplid todo esto y otras cosas semejantes, viviendo seguros en medio de peces malos. Nadáis en el interior de la misma red; pero llegaréis a la orilla y, después de la resurrección, os hallaréis a su derecha. Allí nadie será malo. Si no la cumplís, ¿de qué os sirve conocer la ley, conocer los mandamientos de Dios, saber qué cosa es buena y cuál mala? ¿No reprueba la conciencia esa ciencia? Aprended, más para obrar • Agustín de Hipona, Sermón 249, 2.

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