Cantad al Señor un cántico
nuevo.
¿Cómo cantar un cántico nuevo cuando todos los cantos, en todas las
lenguas, te han cantado una y otra vez, Señor? Se han agotado los temas, se han
probado todas las rimas, se han ensayado todos los tonos. La oración es
esencialmente repetición, y tengo que esforzarme para que parezca que no estoy
diciendo las mismas cosas todos los días, aunque sé muy bien que las estoy
diciendo. Estoy condenado a intentar la variedad cuando sé que toda oración se
reduce a la repetición de tu nombre y a la presentación de mis ruegos.
Variaciones sobre un mismo tema. ¿Cómo puedes pedirme, en tales circunstancias,
que te cante un cántico nuevo? Sé la respuesta antes de acabar con la pregunta.
El cántico puede ser el mismo, pero el espíritu con que lo canto ha de ser
nuevo cada día. El fervor, el gozo, el sonido de cada palabra y el vuelo de
cada nota han de ser diferentes cada vez que esa nota sale de mis labios, cada
vez que esa oración sale de mi corazón. Ese es el secreto para mantener la vida
siempre nueva, y así, al pedirme que cante un canto nuevo, me estás enseñando
el arte de vivir una vida nueva cada día con la lozanía temprana del amanecer
en cada momento de mi existencia. Un cántico nuevo, una vida nueva, un amanecer
nuevo, un aire nuevo, una energía nueva en cada paso, una esperanza nueva en
cada encuentro. Todo es lo mismo y todo es distinto, porque los ojos, que miran
los mismos objetos que ayer, son nuevos hoy. El arte de saber mirar con ojos
nuevos me capacita para disfrutar los bienes de la naturaleza en toda la
plenitud de su pujante realidad. Los cielos y la tierra y los campos y los
árboles son ahora nuevos, porque mi mirada es nueva. Se me unen para cantar
todos juntos el nuevo cántico de alabanza.
Alégrese el cielo, goce la
tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en
ellos, aclamen los árboles del bosque delante del Señor, que ya llega, ya llega
a regir la tierra.
Este es el cántico nuevo que llena mi vida y llena el mundo que me
rodea, el único canto que es digno de Aquel cuya esencia es ser nuevo en cada
instante con la riqueza irrepetible de su ser eterno.
Cantad al Señor un cántico
nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Carlos G. Vallés, Busco tu rostro. Orar con los Salmos, Ed. Sal Terrae, Santander
1989, p. 184 ss.
No hay comentarios:
Publicar un comentario