Heme,
Señor, a tus divinas plantas,
baja
la frente y de rubor cubierta,
porque
mis culpas son tales y tantas,
que
tengo miedo a tus miradas santas
y el
pecho mío a respirar no acierta.
Mas
¡ay!, que renunciar la lumbre hermosa
de
esos divinos regalados ojos
es
condenarme a noche tenebrosa;
y
esa noche es horrible, es espantosa
para
el que gime ante tus pies de hinojos.
Dame
licencia ya, Padre adorado,
para
mirarte y moderar mi miedo;
mas
no te muestres de esplendor cercado;
muéstrate,
Padre mío, en cruz clavado,
porque
sólo en la cruz mirarte puedo. Amén.
...
Himno
del Oficio de Vísperas de la Liturgia de las Horas
para el Miércoles de Ceniza.
...
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