Ahí viene nochebuena, una oportunidad más para creer. Actually creer en el Misterio de la Navidad es creer mucho. Demasiado. Una persona que crea eso puede creer en
cualquier cosa. La mula es un animal
híbrido y estéril. El buey, un toro castrado. Sobre san José recae, al menos
humanamente hablando, la peor de las sospechas: la madre del Niño es Virgen, y
concibió en su vientre al Hijo de Dios, concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo (!). Un grupo de ángeles cantan en la noche ¡Hosanna en el cielo y
paz a los hombres
de buena voluntad! Unos pastores van allí y se les ve felices y hasta despreocupados, como no tienen nada, no tiene qué aparentar. Unos personajes extraños –unos les llaman Reyes- desde Oriente
llegan preguntando y siguiendo una estrella. En menos palabras: desde cualquier
punto de vista que contemplemos este Misterio es de maravillar. Sin embargo, o
lo crees, o no lo crees. La única simplicidad que vale la pena conservar es la
del corazón: la simplicidad que acepta y goza. Sólo así se
puede entender este Misterio. Si alguien ha sido feliz en la tierra alguna vez
ha sido esta gente • AE
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