El monograma de Jesús -IHS- en el altar de la
Iglesia del Gesù,
Iglesia madre de la Compañía de Jesús, en Roma.
...
Habitualmente el báculo del Papa de Roma lleva colgado a un inocente
condenado a muerte. El Reo hoy está labrado en metales refulgentes
(conozco prelados –dicho sea de paso- que
rezan en sagrarios donde no
tengo muy claro si a Jesús le gustaría
estar allí). Las frases del Hijo de
Dios sobre la riqueza son tan
duras... Según nuestra fe, hace dos mil años ese condenado que llevamos colgado
en el pecho fue el Hijo de Dios encarnado bajo la forma de un hombre sencillo, con
sandalias polvorientas y pinta famélica, y que vino a predicar el amor y
el perdón. Muchos llevamos colgado del pecho a ese inocente en medallas de oro,
o en crucifijos de plata. Existen cruces
de marfil, de plata, de diamantes, de madera, o de plástico. Jesús está en todas las capillas, iglesias y
catedrales, ermitas, claustros, criptas,
en innumerables cruces de caminos. En los
Oficios de semana santa se
insiste todos los años en que aquella
ejecución en el madero fue ignominiosa. Así lo cantan los monjes, y lo llora Bach. Las procesiones se
recrean en una imaginería sangrienta recodando aquella muerte. Un poeta
escribió que de pronto un día el mar recordará el nombre de todos los ahogados.
Pero en nombre de Jesús
se han hecho
barbaridades, se han matado inocentes, se ha condenado a la hoguera a la misma
inocencia. A veces me
pregunto si hoy hubiese nacido Jesús, ¿llevaríamos un ajusticiado en la
silla eléctrica colgado de nuestro cuello? ¿Creeríamos
que ese
hombre con una inyección letal en el cuello nos redimió? ¿Ese reo en
la cámara de gas es el Hijo de Dios? ¡Dios, despréndeme de toda cultura e ideología
y que mi fe sólo nazca y
muera en Ti! •
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