B.E. Murillo, San Juan el Bautista con el Cordero,
Museo del Prado (Madrid)
...
La contemplación es la respuesta a una llamada:
una llamada de Aquel que no tiene voz y sin embargo habla en todo lo que existe
y, por encima de todo, habla en las profundidades de nuestro propio ser, ya que
nosotros somos Sus palabras. Pero somos palabras llamadas a responderle a Él, a
contestarle a Él, a ser Su eco e incluso, de alguna manera, a contenerlo y
significarlo. La contemplación es este eco. Es una profunda resonancia en el
centro más íntimo de nuestro espíritu, donde nuestra vida pierde su voz
autónoma y resuena con la majestad y la misericordia de Dios vivo y escondido.
Él se responde a sí mismo en nosotros y esta respuesta es la vida divina, la
creatividad divina que resuena en todas las cosas. Nosotros nos convertimos en el eco y la
respuesta de Dios. Es como si Dios, al crearnos, nos hubiera hecho una pregunta
y, al despertarnos a la contemplación, respondiéramos a esa pregunta, de modo
que el contemplativo es al mismo tiempo pregunta y respuesta. Y todo se resume en una conciencia -no una
proposición, sino una experiencia-, a saber: Yo Soy • T. Merton
No hay comentarios:
Publicar un comentario