In
today’s gospel reading, Jesus speaks of two kinds of food, food that cannot
last and food that endures to eternal life. He challenges the crowd to reflect
on their priorities. Are they working for food that cannot last or for food
that endures to eternal life? Jesus takes seriously food that cannot last.
Jesus fed the hungry multitude in the wilderness with five loaves and two fish.
The basis physical needs of people were very important for him. He fed the
hungry, healed the sick; he called on the rich to share with the poor. These
basic human physical needs had to be met first. However, having fed the
physical hunger of the crowd, some of that crowd now want Jesus to give them
more of the same. In response to this preoccupation with Jesus as the provider
of physical bread, Jesus speaks of the food that endures to eternal life which
he is offering. He is calling on those who have gone looking for him to attend
to the deeper hunger in their lives, their spiritual hunger. Jesus presents
himself as the one who can satisfy this spiritual hunger. That is why he
equates working for the food that endures to eternal life with believing in
him. Believing in him is the one work that is required if that deeper hunger in
our lives is to be satisfied, the hunger for a love that is unconditional, for
forgiveness, for truth, for justice, for peace, ultimately, our hunger for God.
We cannot ignore our physical hunger; when we are hungry, we eat. We can ignore
those deeper hungers which Jesus alone can satisfy. This is why he draws
attention so strongly in today’s gospel to the importance of working for the
food that endures to eternal life • AE
…
Hoy, después de la multiplicación de los
panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su búsqueda llegan hasta
Cafarnaúm. Ayer como hoy, los seres humanos seguimos buscando lo divino,
aquello que realmente sacia nuestra hambre y sed de eternidad. Pero algunas
personas quisieran someter lo divino a sus propias necesidades humanas. De
hecho, la historia nos revela que algunas veces se ha intentado usar lo divino
para fines políticos u otros. Jesús no se engaña. Sabe que no han sido capaces
de leer las señales del pan multiplicado. Les anuncia que lo que sacia al
hombre es un alimento espiritual que nos permite vivir eternamente. Dios es el
que da ese alimento, lo da a través de su Hijo. Todo lo que hace crecer la fe
en Él es un alimento al que tenemos que dedicar todas nuestras energías. Hoy podemos
entender mejor por qué el Santo Padre insiste tanto en la necesidad de re-evangelizar
nuestro mundo que frecuentemente no acude a Dios por los buenos motivos. En la
constitución Gaudium et Spes (La Iglesia en el mundo actual) los Padres del
Concilio Vaticano II nos recuerdan: «Bien sabe la Iglesia que sólo Dios, al que
ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el
cual nunca se sacia plenamente con solo los alimentos terrenos». Y nosotros,
¿por qué continuamos siguiendo a Jesús? ¿Qué es lo que nos proporciona la
Iglesia? ¡Recordemos lo que dice el Concilio Vaticano II! ¿Estamos convencidos
del bienestar que proporciona este alimento que podemos dar al mundo? •
AE
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