When
we are faced with a challenge or a problem the way we speak about it can be
very important. We can speak about it in a way that deflates us and drains us
of energy or we can speak about it in a way that makes us hopeful and inspires
us. In this morning’s gospel reading, Jesus sees crowds coming towards him.
Seeing that they were in need of food, he asked Philip where food could be
bought to give them something to eat. Philip’s response to Jesus showed that he
felt overwhelmed by the problem. The words he used were very defeatist, “Two
hundred days’ wages worth of food would not be enough for each of them to have
a little.” However, the way Jesus spoke in response to the problem was much
more inspirational! He gave instructions to the disciples, he prayed aloud to
God, and somehow the crowd got fed with the young boy’s small fare. The miracle
just happened! We can all be a little bit like the disciples before the
challenges that life throws up. We can become limp before it all. The gospel
reading this morning encourages us to remain hopeful even in the face of
situations that seem very unpromising. The reading suggests that the Lord can
work in surprising ways in situations that seem daunting. Saint Paul seems to
have a very strong sense of how the Lord can work powerfully in weakness. That
is why he could say in his letter to the Philippians, a little written from
prison, from a very unpromising situation, “I can do all things through him who
strengthens me”
…
Abrimos esta mañana el evangelio en el hermosísimo capítulo
sexto del evangelio de san Juan que contiene el discurso del pan de vida,
precedido de este relato de la multiplicación de los panes y los peces. Es el
único milagro del ministerio de Jesús narrado por los cuatro evangelistas, y
con notables coincidencias. Más todavía, son seis las narraciones que tenemos
de este suceso que Marcos y Mateo presentan por duplicado. Todo ello nos indica
la importancia que la primera Iglesia atribuyó a tal milagro, por el alcance de
signo que tiene. Basta con detenerse un momento en la iconografía cristiana
primitiva y ver la importancia que siempre tuvieron el pan y los peces en catacumbas y
basílicas. En dos cosas podríamos detenernos hoy un momento al hacer nuestra
oración. La aclaración inicial de que "estaba cerca la pascua" y la
descripción de los gestos de Jesús: "tomó los panes, dijo la acción de
gracias, y los repartió" ¡el mismo esquema que continúa en nuestra celebración
eucarística! Repartir el pan eucarístico es y seguirá siendo obra confiada por
Jesús a su Iglesia, así como la solidaridad con los que padecen hambre de pan en
toda su amplitud: física y afectiva. El pan compartido con los hermanos será el
signo por el que demostremos que hacemos vida de nuestra vida el pan comulgado
en la eucaristía, ¿a quién le vamos a echar hoy una mano? • AE
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