Yo soy la Resurrección,
clama el Amor victorioso
ante la tumba de Lázaro,
humedecidos los ojos.
¡Oh Cristo, Hombre y
ternura,
Dios inmortal y piadoso!
“Yo soy la Resurrección”,
y yo a tus plantas me
arrojo.
Rompe la Vida sepulcros,
yace la Muerte en despojo;
manda vivir al amigo,
quita el sayal tenebroso.
¡Oh Cristo, brazo del Padre,
tan tierno cuan poderoso!
“Yo soy la Resurrección”,
y yo a tus plantas me
arrojo.
María, alma doliente,
alegra tu bello rostro;
Jesús presente te llama,
para escuchar tu sollozo.
¡Oh Jesús, amor y vida,
mis lágrimas son tu lloro!
“Yo soy la Resurrección”,
y yo a tus plantas me
arrojo.
Salid, oh muertos, vivid,
que yo al Padre le imploro,
vivid de la comunión
la vida y el pleno gozo.
Amor-victoria, Jesús,
que mata pecado y odio.
“Yo soy la Resurrección”,
y yo a tus plantas me
arrojo.
No pudo la muerte impía
dar muerte a Jesús hermoso,
y ya presagia en Betania
la Pascua que brilla pronto.
¡Oh mi Jesús comulgado,
mi amor, y mi triunfo todo!
“Yo soy la Resurrección”,
y yo a tus plantas me arrojo
•
P. Rufino Maria Grandez,
Cuautitlán Izcalli, 13
febrero 2005.
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