Ha transido tu carne
tu figura de dentro,
¡oh divina hermosura,
oh Jesús de este suelo!;
ha pasado a tu rostro
tu esplendor, que es el Verbo.
Se ha vestido de gloria
tu oración de silencio;
los llevabas contigo
a los dos en tu pecho:
al Vidente de Dios
y al Profeta de fuego.
Conversabais del Padre
en la luz del secreto,
del amor a los hombres
que conduce al madero,
¡oh Jesús en la cumbre,
preparado al degüello!
Escuchadle, creyentes,
disfrutadle, universo;
anunciad a los siglos
que surgió de los muertos,
que el Señor es Espíritu,
que ha vencido el Cordero.
¡Oh Jesús del Tabor,
oh Jesús, carne y hueso,
oh Jesús del Calvario,
para ti sea el Reino,
oh Jesús, luz del mundo,
oh Jesús, rumbo nuestro! Amén •
P. Rufino María Grández, ofmcap.
Jerusalén, II domingo de Cuaresma 1986.
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