Rembrandt van Rijn, Head of Christ (1650), oil on canvas, Metropolitan Museum of Art (New York)
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Our
Lord assures us that, if we persevere in his word, we shall know the truth, and
the truth will make us free[1].
To be truthful is not always easy. How often do we tell small lies, how often
do we pretend, how often do “we act dumb”? We cannot deceive God! He sees us,
He contemplates us. He loves us and follows us, in our day-to-day routine. The
eight Commandment teaches us not to bear false witness nor not to tell lies, no
matter how small, even if they look trivial to us. “White lies” are not
permitted either. The invitation of the Lord is that our statement be, `Yes,
yes' or `No, no’»[2].
That trend to do good, which is freedom, is very much related to truth.
Sometimes, we are not free enough because there is a double bottom in our life,
we are not clear. We must be convincing! The sin of lie enslaves us. So, how can
we make it come true our daily desire to get to know the Master? With what kind
of devotion do we read the Gospel, even though we may have little time at our
disposal? Which sediment will it leave in my life, in my day? When looking at
me can it be said, that I read Christ's life? •AE
…
To
all those who right now cannot receive sacramental Communion, now is the moment
to do a spiritual Communion; Let us be sure that the Lord comes to our
hearts:
I wish my Lord to receive you, with the purity, humility and
devotion with which your Most Holy Mother received you, with the spirit and
fervor of all the saints. Amen •
…
Lámpara de aceite usada en tiempos del Señor; probablemente a estas hace referencia la parábola de las vírgenes prudentes.
Dios es silencio, y este silencio divino
reside dentro de un ser humano. Ser un hijo de Dios es ser un hijo del
silencio. Dios es silencio y el demonio es bullicioso. Desde el principio
Satanás ha buscado enmascarar sus mentiras bajo una agitación resonante y
engañosa. El demonio está continuamente intentando distraernos de Dios,
tratando de mantenernos alejados de esperar al Novio, como dice en la parábola
de las 10 vírgenes[3].
Cuando Dios espera pacientemente para que regresemos a Él, el demonio está
tratando constantemente de alejarnos de la llamada de Dios. El demonio llena
nuestras mentes, especialmente nuestras imaginaciones, con tentaciones,
imágenes, y bulla para que no le hagamos espacio a Dios y nos olvidemos de Su
constante presencia dentro de nosotros. Nuestra era ocupada, ultra-tecnológica
nos ha vuelto más enfermos. El demonio puede muy fácilmente utilizar la
tecnología para su propio propósito, porque él la puede usar como una constante
distracción de la presencia de Dios. Si estamos constantemente consultando
nuestro correo o páginas de medios sociales en nuestros teléfonos, ¿estamos
pensando en Dios? ¿Pensamos sobre Dios cuando tenemos esos momentos libres, o
nos centramos en nuestra tecnología? Todos nosotros nos debemos hacer esta
pregunta honestamente. De manera particular, podemos experimentar, entrar en, y
aprender el silencio participando en la liturgia sagrada, siempre y cuando la
liturgia no esté enfocada en el hombre mismo sino en Dios. En la sagrada
liturgia, nos encontramos con la majestad de Dios y tal encuentro demanda el
silencio, porque somos nada en comparación con la grandeza de Dios. No tenemos
nada que decir que pudiera agregarle algo a Su grandeza. El rehusarse a este
silencio lleno de un asombro confiado y de adoración, es negarle a Dios la
libertad de capturarnos por Su amor y Su presencia. El silencio sagrado es por
lo tanto el lugar en donde podemos
encontrar a Dios; porque venimos a Él con la actitud apropiada de un ser humano
que tiembla y se detiene, respetuoso, a la distancia mientras espera confiadamente • AE