Pensó dejarla en secreto”, dice el evangelista para
explicar la reacción de José cuando se da cuenta el embarazo de su prometida.
San Bernardo lo explica de manera maravillosa: «¿Por
qué quiso José despedir a María? Escuchad acerca de este punto no mi propio
pensamiento, sino el de lo Padres; si quiso despedir a María fue en medio del
mismo sentimiento que hacía decir a san Pedro, cuando apartaba al Señor lejos
de sí: "Apártate de mí, que soy pecador"[1];
y al centurión, cuando disuadía al Salvador de ir a su casa: "Señor, no soy digno
de que entres en mi casa"[2].
También dentro de este pensamiento es como José, considerándose indigno y
pecador, se decía a sí mismo que no debía vivir por más tiempo en la
familiaridad de una mujer tan perfecta y tan santa, cuya admirable grandeza la
sobrepasaba de tal modo y le inspiraba temor. El veía con una especie de
estupor, por indicios ciertos, que ella estaba embarazada de la presencia de su
Dios, y, como él no podía penetrar este misterio, concibió el proyecto de
despedirla. La grandeza del poder de Jesús inspiraba una especie de pavor a
Pedro, lo mismo que el pensamiento de su presencia majestuosa desconcertaba al
centurión. Del mismo modo José, no siendo más que un simple mortal, se sentía
igualmente desconcertado por la novedad de tan gran maravilla y por la
profundidad de un misterio semejante; he ahí por qué pensó en dejar
secretamente a María. ¿Habéis de extrañaros, cuando es sabido que Isabel no
pudo soportar la presencia de la Virgen sin una especie de temor mezclado de
respeto? En efecto, “¿de dónde a mí la dicha de que la madre de mi Señor venga
a mí?”[3]»[4]. Que el santo Patriarca
interceda por nosotros y que nos ayude a acercarnos con reverencia y amor al
misterio de Dios, y a confiar en Su providencia cuando nuestro entendimiento no
alcance a comprender toda la profundidad de la Providencia divina • AE
[1]
Lc 5, 8.
[2]
Mt 8, 8.
[3]
Lc 1, 43.
[4]
San Bernardo, Homilía sobre el Missus est,
PL 183, p. 68.
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