Padre mío,
me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre •
La Oración de abandono, (en
francés, Prière d'abandon) se originó
a partir de los escritos de Carlos de Foucauld (1858-1916), militar y
explorador de Marruecos, que se convirtió al cristianismo hacia 1886. Luego de
seguir el camino trapense, y anticipando la etapa final de su vida como
sacerdote en el desierto de Argelia, redactó un comentario al Evangelio de
Lucas que dio posteriormente origen a esta plegaria, síntesis y ejemplo del
retorno a la espiritualidad del desierto en el siglo XX. Carlos de Foucauld, murió
asesinado en Tamanrasset, en el Sahara argelino. La Oración de abandono no fue redactada
originalmente como oración sino como una meditación escrita por su autor. Existen dos manuscritos autógrafos que la contienen. El segundo, una
copia en limpio, data del 23 de enero de 1897 en Roma. Por lo tanto, la primera
es anterior y probablemente fue escrita en 1896, al final de su estancia en la
Trapa de Cheikhlé, un monasterio situado cerca de Akbès en territorio del
Imperio Otomano, hoy Siria. Carlos de Foucauld realizó esa reflexión como parte
de sus Meditaciones sobre el Evangelio a propósito de las principales virtudes
(Méditations sur l'Évangile au sujet des
principales vertus), probablemente escrito en 1896, y con seguridad antes
del 23 de enero de 1897. Carlos compuso la meditación a partir de un pasaje del
capítulo 23 del Evangelio de Lucas, que se inicia con el versículo 34 («Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen») y finaliza en el versículo 46 («Padre,
en tus manos pongo mi espíritu»). Es este último versículo, que señala en el
Evangelio de Lucas las palabras finales de Jesús antes de su muerte, el objeto
principal de su reflexión. La meditación original es la siguiente: «Padre mío,
me pongo en vuestras manos; Padre mío, me confío a vos; Padre mío, me abandono
a vos; Padre mío, haced de mí lo que os plazca; sea lo que sea lo que hagáis de
mí, os lo agradezco; gracias por todo; estoy dispuesto a todo; lo acepto todo;
os doy gracias por todo, con tal que vuestra voluntad se haga en mí, Dios mío;
con tal que vuestra voluntad se haga en todas vuestras criaturas, en todos
vuestros hijos, en todos aquellos a los que ama vuestro corazón, no deseo nada
más, Dios mío; pongo mi alma en vuestras manos; os la doy, Dios mío, con todo
el amor de mi corazón, porque os amo, y para mí es una necesidad de amor el
darme, ponerme en vuestras manos sin medida; yo me pongo en vuestras manos con
infinita confianza, porque vos sois mi Padre».
Mon Père,
Je m'abandonne à toi,
Fais de moi ce qu'il te plaira.
Quoi que tu fasses de moi,
Je te remercie.
Je suis prêt à tout, j'accepte tout,
Pourvu que ta volonté
Se fasse en moi,
En toutes tes créatures,
Je ne désire rien d'autre, mon Dieu.
Je remets mon âme entre tes
mains.
Je te la donne, mon Dieu,
Avec tout l'amour de mon
cœur,
Parce que je t'aime,
Et que ce m'est un besoin d'amour
De me donner,
De me remettre entre tes mains sans mesure,
Avec une infinie confiance
Car tu es mon Père •
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