...Y un día descubres que tú eres el problema, y que tuya es la solución.
No esperas nada de nadie, y nadie es responsable de lo que te sucede. Nadie
excepto tú. Ya tienes los años suficientes para ser crítico contigo mismo y
desembarazarte de prejuicios, de acortezamientos, de los muchos crustáceos que
traes en la cabeza. Sea cual sea el problema, en ti está encontrar la
respuesta. Descubres que quizá no vale la pena rezar pidiendo algo. Ni grande
ni pequeño. La mejor oración no pide nada, ni siquiera tiene voz. Está dentro
de uno mismo, en el silencio. Ese silencio poco a poco te llevará a aceptarte,
y sentirte querido por Dios. Dios no es un magistrado, ni un tipo con un
reglamento de tránsito que te pasa la cuenta de tus infracciones. Si Dios
existe, tiene que ser de otra manera a como nos lo han contado. Dios no se
enoja, ni llora, ni se entristece. Dios quiere que seas buena persona, que seas
feliz y que te quieras. Hemos ido de aquí para allá rezando en basílicas,
encendiendo velas, sobando estampitas en no sé qué tumbas de no sé qué villas e
implorando el perdón; y Él, además de estar en los sagrarios de ésos sitios,
también está en tu corazón. En muchos sitios hemos andado...¿para qué? La gran
pregunta es…¿hace cuánto que no pienso en Él y me dejo querer? Con el Señor lo
único que hay que hacer es dejarse querer. Dios nos quiere tanto que nos
perdona antes de que cometamos cualquier barbaridad, cualquier babosada. Y,
desde luego, el que te hable de amor de Dios y te diga que se enoja, que
cuidadito, que sí, que es muy bueno...pero también es justo. Y comience a
glosar y a subrayar esa Justicia, no te fíes un pelo de esa persona que lo
único que busca es que seas bueno porque tienes miedo. ¡Eso es mentira! Yo no
creo que a Dios le ganemos Su Corazón con nuestros miedos. Y no quieras ser
perfecto. La perfección no existe en nuestra naturaleza. Intenta ser ejemplar a
tu modo, con tu forma de ser, con tu carácter y con tu herencia genética, con
tus luces y tus sombras, con tus grandezas y tus miserias, con la gracia y
también con tu barro. A nadie le asusta saber que necesita poner abono para que
el jardín retoñe. Pues lo mismo con los humanos. Además: a todos no se nos
puede pedir lo mismo. Eso lo entiende cualquier padre o madre, pero no lo
entienden algunas espiritualidades y ascéticas que yo conozco ¡y mira que es
fácil (entenderlo)! La ignorancia es un modo inconsciente de hacer el mal.
Piensa si no serás presa de esa ignorancia. Lo que sabes, ¿por quién lo sabes?.
¿Te lo han contado así y te lo has creído porque venía de una autoridad que
creías infalible?. ¿Qué autoridad es esa?...¿un catequista, un sacerdote que se
cruzó en tu vida?, ¿un profesor del colegio?, ¿tus padres? Es posible que vivas
en la ignorancia. ¿Lees?, ¿te preocupas de entender la vida desde otro punto de
vista?, ¿de qué y de quién te nutres? ¿Hace cuánto que no te dicen que vivas
del amor, o que lo busques con todas tus fuerzas?. Si hace bastante que no te
animan a eso, seas rico o pobre, estás en el equipo perdedor. Si no buscas el
amor estás muriéndote. Vete a las fuentes y bebe por ti mismo. Abreva de ahí. Lee
el Evangelio, en primer lugar, te divertirás mucho y te llenarás de su alegría
y de su luz. Asómate a las Confesiones
de San Agustín, liba de la poesía de San Juan de la Cruz, huele el aroma del
alma de Ávila, o de la de Calcuta, que tiene mucho que decirte. Zambúllete en Dostoievski
y ese remojón te limpiará de esa tristeza que acumulas, o pasea al aire de
grandes clásicos y te despejará. También te darán paz. Con ellos de la mano
querrás ser mejor persona. Lo mismo si te atreves con el cine o del arte. Te
recomiendo Biutiful, un canto a la
miseria humana, al barro que todos llevamos por dentro, ése mismo barro y
pecado que Jesucristo vino a limpiar(me) y a perdonar(me). Piensa por ti mismo,
busca, no seas necio. Estás perdiendo el tiempo , y tú vales más que lo que te
han dicho que vales • AE
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