Taller
de Konrad Wiltz, La Trinidad y la Visitación (1444),
Gemäldgalerie, Berlín
La visita de María a Isabel le permite al evangelista Lucas poner en
contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de haber nacido. La escena está
cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han
sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha
quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda
la escena. María que ha llegado aprisa desde Nazaret se convierte en la figura
central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos
rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos posteriormente a
partir de advocaciones y títulos más alejados del clima de los evangelios. María,
«la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu
Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la
Madre de nuestro Señor. Este es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros
cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. «Bendecida por
Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su
vientre». María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído».
María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber
acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar
a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha
puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente. María,
la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en
su propio Hijo. Esa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María
evangeliza no solo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva
consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto
evangelizador. María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la
alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la
invitación de Dios: «Alégrate... el Señor está contigo». Ahora, desde una
actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena
Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la
Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa • J. A. Pagola, 4 Adviento
– C, (Lucas 1,39-45), 20 de diciembre 2015.
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