Mujer
leyendo una carta, también Muchacha de azul leyendo una carta (en
neerlandés Brieflezende vrouw in
het blauw), es una obra del pintor holandés Johannes Vermeer. Está realizada al
óleo sobre lienzo. Fue pintada en 1633-1634) Mide 46,6 cm de alto y 39,1 cm de
ancho. Se conserva en el Rijksmuseum de Ámsterdam, Países Bajos). Como ocurre
con La joven de la perla, la figura solitaria de una mujer permanece en pie,
inmersa en sus pensamientos, esta vez en el centro de la composición. Lee una
carta y parece completamente absorta en ello.
...
El
Antiguo Testamento describe la relación entre Dios y su pueblo con la imagen de la unión conyugal,
pero se trata de una comunidad de amor. Es el profeta Oseas quien crea esa imagen[1]: Dios
ama a su adúltera esposa –su pueblo- como el profeta sigue amando a su adúltera esposa. La castiga para
moverla a conversión. Jeremías llama desposorios a la alianza del Sinaí[2] y
adulterio a la ruptura de la alianza[3]. Aunque el Señor entrega su infiel
esposa a manos de sus enemigos[4],
no la repudia, porque no puede olvidar a quien amó de joven[5]. Ezequiel amplía
y desarrolla intuitivamente la imagen[6] mientras que Isaías dibuja la imagen
de la amada de la juventud, a quien Dios vuelve a recibir con infinita
misericordia[7]. El hermosísimo libro del Cantar de los Cantares ha sido
interpretado como representación del matrimonio de Dios con su pueblo; también
el salmo 44 ha sido interpretado en el mismo sentido. Así encontramos que los
profetas predican que en el tiempo de salvación venidero Dios volverá a
desposarse con los hombres. Por su parte, son los Santos Padres quienes
destacan en la imagen de la Iglesia-esposa de Cristo un momento o propiedad que
no aparece expresamente en la Escritura, y con ello subrayan la fecundidad
de la Iglesia. Según ellos la
Iglesia es, a la vez, virgen y madre; es virgen por la pureza de su fe; pero
también madre porque continuamente da a luz nuevos hijos, nuevos miembros del
cuerpo de Cristo. Es cierto que la idea de la fecundidad de la Iglesia no es
ajena a la Escritura, ya que la Iglesia debe crecer cada vez con más fuerza en
la vida de Cristo; su unidad de corazón y de alma con Cristo debe ser cada vez
mayor; la imagen de Cristo brillará así en ella cada vez con más esplendor[8].
La forma de fecundidad de que hablan los Santos Padres consiste en que la
Iglesia tiene continuamente nuevos hijos e hijas de su comunidad con Cristo; es
un gran número que nadie puede contar[9].
Así surge junto a la idea de que la Iglesia es la comunidad unida a Cristo
de los que creen en El (su cuerpo), la idea de que la Iglesia es su madre. Nace
la idea de la Iglesia madre virgen, esposa, y la encontramos por vez primera en una carta de los cristianos
de Vienne y Lyon (a. 177) a las
comunidades de Asia y Frigia, que habla de la persecución de los cristianos en
Lyon[10], y en el Pastor de Hermas; es, por tanto, antiquísima. Los Santos
Padres eran conscientes de la diferencia e incluso de la tensión y contraste de
ambas ideas e intentan ponerlas de acuerdo con una dialéctica detallada. La
síntesis de la maternidad y virginidad de la Iglesia se puede explicar, porque
la comunidad entre la Iglesia y Cristo es espiritual. En esta unidad con Cristo
fundada en el Espíritu y configurada por el Espíritu recibe la Iglesia la
fecundidad que la capacita para dar a luz continuamente nuevos hijos de Dios.
El nacimiento de los creyentes ocurre mediante el bautismo y la
predicación[11], y también mediante el silencio y la meditación: la meditación
de la Esposa.
Este sencillo blog que hoy iniciamos no tiene otro propósito mas que compartir algunas de las perlas –textos, música, obras de arte, tratados de los maestros de espiritualidad- del arcón de la Tradición de la Iglesia. Compartir. Compartir con el deseo de que sirvan un poco y nos iluminen, un mucho, a todos, en el camino de la vida, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo ●
Este sencillo blog que hoy iniciamos no tiene otro propósito mas que compartir algunas de las perlas –textos, música, obras de arte, tratados de los maestros de espiritualidad- del arcón de la Tradición de la Iglesia. Compartir. Compartir con el deseo de que sirvan un poco y nos iluminen, un mucho, a todos, en el camino de la vida, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo ●
[1]
Caps. 1-3.
[2]
31, 32.
[3]
9, 2.
[4]
3, 1; 11, 15; 12, 7-9.
[5]
2, 1-3.
[6]
cap. 16 y 23.
[7]
54, 4-8; 60, 15; 62, 5.
[8]
Col 2, 19; Eph. 2, 22; 4, 11-16).
[9]
Apoc. 7, 9.
[10]
Cfr. San Eusebio, Historia de la
Iglesia 5, 1, 1-2, 8.
[11]
R. Schmaus, Teología Dogmática IV, La Iglesia, Ed. Rialp. Madrid 1960.
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