Tuesday of the Fifth Week of Lent (3.31.2020)


The brief account of the book of the Numbers we listen to could guide us to reflect on that negative attitude we have and the time we spend complaining. The people of Israel were very hard and bitter with Moses: "We are disgusted with this wretched food!” They quickly forgot the point: liberation from slavery; the promised land. And we also have that same bad attitude: we are constantly complaining. Perhaps we have not understood God's invitation to walk with Him in the middle of the desert. Perhaps we have failed to understand the need to be detached from everything; and being available to make sacrifices. But the Lord who is patient and merciful, today He renews his invitation for us to walk in the desert of Lent with a spirit of renunciation, sacrifice, and detachment. Let us remember these three words: renunciation; sacrifice, detachment. Our faith and our spirituality do not depend on the number of masses that we watch on television, or the "spiritual activities" that we could do, or when we are going to return to normality. Now is the time to be face to face with Jesus, by ourselves. Today we could repeat the verse of the psalm, many times: O Lord, hear my prayer, and let my cry come to you. Let us invoke our Lady, the faithful handmaid of the Lord; May she help us to walk in silence and with attention •AE
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To all those who right now cannot receive sacramental Communion, now is the moment to do a spiritual Communion; Let us be sure that the Lord comes to our hearts:

I wish my Lord to receive you, with the purity, humility and devotion with which your Most Holy Mother received you, with the spirit and fervor of all the saints. Amen


man holding stick wearing white robe

Es tiempo de redescubrir el verdadero orden de prioridades. Es tiempo de poner a Dios de vuelta en el centro de nuestras preocupaciones, de nuestras cosas, en el centro de nuestras acciones y de nuestras vidas: el único lugar que Él debería ocupar. El propósito de la liturgia es el de traernos a una unión más profunda con Dios por medio de un encuentro íntimo con Él. En la liturgia se nos lleva a los reinos celestiales y experimentamos—por un momento tan breve—la liturgia celestial mientras aún estamos aquí en la tierra. Cantamos la canción de los ángeles—“Sanctus, Sanctus, Sanctus”—cuando participamos en la sagrada liturgia. Es por esto que la liturgia no puede estar sobre el hombre, y de manera particular, no puede estar fijada sobre el sacerdote específico que está celebrando esa liturgia. A veces en la praxis moderna de la liturgia, nos enfocamos demasiado en la personalidad del sacerdote o demasiado en la gente de la comunidad. Tal sobre-énfasis quita a Dios del centro de la liturgia, cuando todo enfoque debería ser en última instancia sobre Él, puesto que la liturgia es la manera en la cual glorificamos a Dios, sobre todo, no es para glorificarnos a nosotros mismos. No nos engañemos… lo que más necesita la Iglesia hoy en día no es una reforma administrativa, otro programa pastoral, un cambio estructural. El programa ya existe: es el que siempre hemos tenido, sacado del Evangelio y de la Tradición viviente. Más bien, debemos retornar a una completa y debida celebración de la sagrada liturgia, que nos ha sido entregada por la Tradición. La sagrada liturgia, la cual le pertenece propiamente a la Novia de Cristo, la Iglesia universal, siempre ha sido la manera central de los fieles para encontrar a Dios. La gente no necesita un nuevo programa ni necesita la Iglesia cambiar su estructura—más bien, lo que la gente necesita es una liturgia que esté enfocada totalmente en Dios, no en el hombre. Volvamos a lo esencial. Volvamos a lo importante •AE
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¡Hoy es un buen momento para hacer una Comunión espiritual y pedirle al Señor que venga a nuestro corazón!

La storia della "Comunione spirituale" - Opus Dei

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