Friday of the Third Week of Easter (5.1.2020)





According to Luke’s version of Jesus’ birth, he came into the world in the gritty, humble, unexpected place of a stable. Surrounded by the warm, stinky bodies of animals, his parents Mary and Joseph laid him in a manger- a trough out of which animals would feed.  What a poetic foreshadowing of what we now hear from Jesus himself in today’s Gospel from John! “Whoever eats my Flesh and drinks my Blood has eternal life…” “For my Flesh is true food, and my Blood is true drink…” “Whoever eats my Flesh and drinks my Blood remains in me and I in him…” In seven short verses, Jesus says something about eating six times. It is no wonder, if you ask me, that the “Jews quarreled among themselves” upon hearing all of this. These statements are bold, confusing and, like the place where Jesus was born: gritty! For sure the Lord is inviting us today for a deeply intimate and profoundly personal encounter. He wants us to both consume and to be consumed by Him, but that requires trust and vulnerability. We like to be the ones in control and he is asking that we humbly surrender our very essence into his substance! By the basic, bodily act of eating, Jesus seems to desire a consubstantial relationship with the human family.  It is on us, then, to accept this invitation through faith and action. Where in our daily routines do we find Jesus and how do we absorb and digest what he has to offer us? Let us think about it! • AE




Es el primer día de Mayo, el mes de María, en muchos sitios se celebra a san José obrero y la liturgia nos presenta unas lecturas preciosas. Por una parte, la conversión de Saulo y, por otra, la parte final del hermosísimo Discurso del Pan de Vida. Hoy, ¿con quién nos identificamos, con Saulo o con Ananías? Saulo, hombre de firmes convicciones religiosas, empeñado en combatir lo que él considera una secta. Un hombre que de pronto es cegado por un resplandor e interpelado por una voz pero que deberá morir a ego y a su ceguera interior para poder acceder a una nueva comprensión de la realidad. ¿Cuántas veces estamos tan obcecados con nuestra visión de las cosas (o prejuicios) que nos creemos en posesión de la verdad y no oímos ni a Dios? Ananías, también era religioso, aunque distinto: discípulo de Jesús, que no se niega explícitamente a cumplir la voluntad de Dios, pero que no se resiste a poner en antecedentes a Dios... ¡como si Dios no supiera quién era Saulo! ¿Cuántas veces ponemos “peros” a la voluntad de Dios o nos hacemos los remolones porque lo que Él nos pide parece no tener sentido o porque nos cuesta llevarlo a cabo? Al final lo que importa es que ambos personajes confían, y por eso pueden abandonar sus actitudes previas. ¡Qué buen ejemplo para nosotros! La invitación de hoy es a vivir en plenitud, para lo cual hemos de comer la carne y beber la sangre del Señor. Y esto no significa sólo celebrar la eucaristía con relativa frecuencia y comulgar, sino entender que ésta es un don que comunica su amor y su vida (el Espíritu), lo cual nos debe llevar a renovar nuestro compromiso, nuestra vocación, de en todo momento entregar nuestra vida a los demás desde el amor. Sólo dando vida-amor, como Él hizo, viviremos en plenitud. Por eso, dejemos atrás nuestras cegueras y nuestros miedos, y ¡seamos auténticos generadores de vida! • AE

No hay comentarios:

Publicar un comentario