Unidad en la diversidad (III Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A)



La carta a los Corintios que escuchamos el domingo pasado y que continuará hasta el inicio de la Cuaresma (este año el 26 de Febrero) presenta a una comunidad muy viva, con problemas internos y con dificultades para mantener su identidad en medio de un mundo pagano. Las tensiones entre ricos y pobres, entre fuertes y débiles y las tendencias partidistas –unos se sienten más ligados a Pedro, otros a Pablo, otros a Apolo- hacen de la comunidad de Corinto un escándalo continuado, especialmente por su falta de unidad. Veinte siglos después el mismo problema sigue presente: nos falta unidad y también ofrecemos un espectáculo lamentable. Hay una pequeña espina que traigo clavada en el corazón y que hoy me la voy a sacar en ésta entrada, qué caray. Hace unos meses Netflix estrenó The two popes[1] película que presenta a través de los dos protagonistas dos modelos de Iglesia que en realidad no están contrapuestos, o al menos a mí no me da esa impresión. A través de Ratzinger -ya Benedicto XVI- y de Bergoglio -entonces Cardenal Arzobispo de Buenos Aires (Argentina) es posible acercarse al tema de la unidad y la diversidad en la Iglesia. Ambos personajes, y su injerencia en la vida de la Iglesia, tienen su lado positivo y también su lado oscuro. El Santo Padre Benedicto XVI siguió la huella de San Juan Pablo II, que era moral y doctrinalmente conservador. Veía a la Iglesia como una fortaleza asediada por todos los lados por enemigos, es decir, por los errores y las desviaciones de la modernidad y la solución que propuso fue la de volver la mirada a todo aquello que había venido del Concilio de Trento[2] y del Concilio Vaticano I[3]. Por su parte, el Papa Francisco es un modelo distinto de personalidad religiosa. Él vivía una realidad lejana a la vieja Europa, y con su visión pastoral trajo una especie de primavera para la Iglesia y al mundo político mundial. Con una serie de usos y costumbres ha logrado llamar la atención: continuó usando su cruz de hierro y sus viejos zapatos negros. En la tarde de su elección no se presentó a sí mismo como el romano pontífice sino como el obispo de Roma y sólo a partir de ahí, Papa de la Iglesia universal. Aquel día pidió al pueblo que rezase por él y le diese la bendición, solamente después él bendijo al pueblo, presentando así una nueva visión teológica, conforme al Concilio Vaticano II: primero viene el Pueblo de Dios y después el Papa y las demás autoridades eclesiásticas que deben estar al servicio del Pueblo de Dios. Desde el comienzo ha espoleado a la Iglesia no con el derecho canónico -como se ha hecho durante siglos- sino con el amor del evangelio y la colegialidad (en consulta con la comunidad de obispos). En su primer discurso público dijo que le gustaría una iglesia pobre y para los pobres[4] y fue así que decidió no vivir en el Palacio Apostólico sino en una casa de huéspedes: Domus Sanctae Marthae, donde a la hora de comer guarda fila como los demás y comenta con humor: “así es más difícil que me envenenen”. Desde aquel 13 de Marzo del 2013 el Papa Francisco habitualmente se mezcla entre la gente, da las manos a quienes se las extienden y besa a los niños. Es padre y abuelo querido de las multitudes. Su modelo de iglesia es el de un “hospital de campaña” que atiende a todos sin preguntar de dónde vienen y cuál es su situación moral, una “iglesia en salida” hacia las periferias humanas y existenciales[5]. Respeta los dogmas y las doctrinas, pero afirma claramente que prefiere situarse vivamente ante el Jesús histórico, optando por un encuentro directo con las personas y el cuidado pastoral de la ternura. Insiste en que Jesús vino a enseñarnos a vivir el amor incondicional, la solidaridad y el perdón. Para él es central la misericordia infinita de Dios. Sí: es otro tipo de pontificado, otro modelo de ser humano.  Tan bueno y valioso como el del queridísimo Papa emérito Benedicto XVI. Francisco es naturalmente sencillo y reconoce su debilidad[6]. ¡En fin! Vivimos en un momento histórico privilegiado. En la película vemos dos Papas diferentes y complementarios que se unen –maravillosa escena- en el baile de un tango de personas mayores; para mí una hermosa metáfora de la condición humana, con dos formas diferentes de realizar la humanidad, que no se oponen sino que se componen, y se completan, una con ternura y la otra con vigor: desde ahí nace el sustento para la unidad, ese regalo que esta mañana, con fe, le pedimos a Dios como regalo • AE




[1] Película biográfica e histórica de género dramático del 2019, dirigida por Fernando Meirelles y escrita por Anthony McCarten, basada en su propio libro The Pope. La cinta está protagonizada por Anthony Hopkins y Jonathan Pryce.​ La película se estrenó en el Festival de Cine de Telluride el 31 de agosto del 2019. Posteriormente tuvo un estreno limitado en los cines de Estados Unidos el 27 de noviembre y se comenzó a transmitir a través de Netflix el 20 de diciembre del mismo año.
[2] 1545-1563.
[3] 1869-1870.
[4] Evangelii Gaudium n. 198.
[5] Idem, n. 20.
[6] En los últimos días del año reconoció que perdió la paciencia cuando una mujer tiró bruscamente de su mano y se la apretó con fuerza. Molesto, le palmeteó la mano dos o tres veces. Pero al día siguiente pidió públicamente perdón.




No hay comentarios:

Publicar un comentario