Y Tú ¿quién eres? (XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B)



A los cristianos se nos olvida cada tercer diario que decía mi mamá, que la fe no consiste en creer en algo, sino en creer en Alguien. La fe, nuestra fe, no es agarrarnos con uñas y dientes a un credo o aceptar ciegamente un conjunto de doctrinas, por más sólidas que puedan parecer. Ser cristiano es en realidad encontrarnos con Alguien vivo -Jesucristo- que da sentido radical a nuestra existencia, que responde a las preguntas más apremiantes, a las que tienen que ver con el amor, la muerte, la soledad, el dolor, la sexualidad, la felicidad, el fracaso. Lo decisivo es encontrarnos con el Señor y descubrir, por experiencia personal, que Él es el único que puede responder a todo lo anterior, a nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades más últimas. Hoy por hoy se hace cada vez más difícil creer en algo, sean instituciones o personas. Las ideologías más firmes, los sistemas más poderosos, las teorías más brillantes se han ido tambaleando al descubrirnos sus limitaciones y deficiencias. No sabemos voltear hacia la cruz del Señor para pedirle que sea Él quien renueve todas las cosas[1]. El gran reto que tenemos por delante los cristianos hoy por hoy es el de reavivar nuestra adhesión, sincera, profunda, a la persona de Jesús, y es que sólo cuando vivamos seducidos por él podremos contagiar su espíritu y manera de entender la vida, de lo contrario, seguiremos proclamando con los labios doctrinas sublimes, pero viviendo una fe gris, legalista, mediocre, de oropel y albas de encaje; una fe que apesta a viejo y que ya no convence a nadie. Hoy por hoy ¿Sabemos responder a la pregunta que el Señor hace a los suyos? ¿Quién es Jesucristo para ti, para mí? Ponen en boca de Arabi la frase esa tan entrañable: «aquel que ha quedado atrapado por esa enfermedad que se llama Jesús, no puede ya curarse»[2] ¿Queremos depender de Jesús y que él sea quien dirija nuestra vida? ¿Pensamos en él todos los días y orientamos hacia él nuestras decisiones? “¿Qué quiere Jesús de nosotros?” Le preguntaron al santo Padre Benedicto. “Quiere de nosotros que creamos en Él. Que nos dejemos conducir por Él. Que vivamos con Él. Y que así lleguemos a ser cada vez más semejantes a Él y, de este modo, lleguemos a ser de la forma correcta”[3]• AE [4]


[1] Cfr. Apoc 21, 5.
[2] Ben Arabi, fue un místico sufí, filósofo y poeta musulmán andalusí. Sus importantes aportaciones en muchos de los campos de las diferentes ciencias religiosas islámicas le han valido el sobrenombre de “Vivificador de la Religión”.
[3] Benedicto XVI, Luz del Mundo. El Papa, la Iglesia y los Signos de los tiempos. Una conversación con Peter Swweald, Herder, México, 2010, p. 278.
[4] J. A. Pagola, Buenas Noticias, Navarra 1985, p. 227 ss.


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