Mas allá del confort y el rechazo (XV Domingo del Tiempo Ordinario)


La primera lectura de este domingo, el décimo quinto del Tiempo Ordinario, fue escrita hace unos setecientos años antes de Jesucristo, y a pesar de ser tan antigua cuenta una historia que resulta familiar: las aventuras de un profeta, que tiene problemas con el gobierno y el gobierno con él,  así es que mejor vámonos con tu música a otro lado. En el evangelio, al enviar a sus apóstoles a predicar, Jesus les advierte de algo semejante: el anuncio del Reino de Dios no será algo sencillo, su predicación provocará, como le ocurrió a Amós, rechazo, frialdad. El profeta no se cansó de denunciar la corrupción y la opresión de los pobres, la idolatría y el olvido del Dios liberador, ni de advertir al pueblo que caminaban hacia la perdicion. La iglesia con sus profetas y ministros hoy nos recuerdan que debemos cambiar el corazón, teniendo como criterios el servicio y el amor; como norte y objetivo de la vida la bondad de Dios, y no aquello que nos deslumbra: el prestigio, el dinero, el comfort, y que no olvidemos que para predicar no necesitamos ni pan ni alforja, ni dinero, ni túnica de repuesto, y que incluso debemos marcharnos en paz de aquellos sitios en los que no nos reciben. En menos palabras: vivir profundamente desprendidos de todo y de todos. Estos días se cumplen doscientos diecinueve años del final de la Revolución Francesa, un evento que terminó con sistema feudal y abrió el camino de la democracia, con el lema de la "libertad, igualdad, fraternidad". Esta revolución, que provocó muchas muertes, trajo consigo además una dura persecución para la Iglesia. Aquella persecución [de la Iglesia]¿fue por odio al Evangelio? ¿fue por desprecio a la fe? Yo me atrevería a decir que no. La Iglesia se había instalado en medio de una sociedad llena de lujos y despilfarro, quizá creyendo que así era más fácil lograr que todo fuera cristiano, pero lejos de la esencia del evangelio ¿No podríamos ver en aquella persecución –y en las que han venido después: México, España, Estados Unidos- un aviso para que mantengamos siempre el Evangelio limpio, para que el Evangelio que predicamos sea el Evangelio de Jesús, y no nuestras cosas y caprichos? (1) Buena y útil cosa dedicar un momento del día del Señor a pensar en esto. Y que Él, Jesús, nos ayude en esta tarea. Y que la Eucaristía de este domingo nos recuerde siempre su entrega hasta la muerte, que es el más claro signo del desprendimiento con que siempre debemos vivir la tarea de transmitir el evangelio • AE


(1) J. LLIGADAS, Misa Dominical 1985, n. 15. 

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