Sentirse y sentarse a gusto con Dios (III Domingo de Cuaresma. Ciclo A)


Todos tenemos comunicación o relación con personas que poco a poco se han ido alejando de la práctica religiosa, amigos o hermanos que casi sin advertir lo que ha ido ocurriendo en sus vidas viven lejos de las cosas del espíritu, y así Dios termina por ser algo extraño en sus vidas. Cuando entran en una iglesia o asisten a una celebración religiosa, aquello les puede parecer como artificial y hasta vacío. Lo que escuchan, de lejos,  se les hace lejano e incomprensible. Y, sin embargo, esas mismas personas con frecuencia buscan algo que les dé paz interior, profundidad y sentido a sus vidas #nostalgiadeDios Más aún, aunque no practican, acogerían de nuevo a Dios si lo descubrieran como la Realidad gozosa que sostiene, alienta y llena todo de vida. La pregunta es, ¿se puede encontrar de nuevo a Dios una vez que la persona se ha alejado de toda religiosidad? ¿Es posible una experiencia nueva de Dios? ¿Por dónde empezar buscar? Hay quien busca pruebas, o garantías para tener seguridad, pero pretender analizar a Dios como si se tratara de un objeto de laboratorio es perder el tiempo: Dios está en otro lado y desde luego no se le puede aprisionar en la mente. Quien lo busca sólo por la vía estrecha de la razón corre el riesgo de no encontrarse nunca con El. Lo mejor de todo es que Dios está mucho más cerca de lo que sospechamos. Está dentro de nosotros mismos. Dicho de otra forma: si no lo encontramos en el fondo de nuestro ser  difícilmente lo encontraremos en alguna otra parte. Si yo me abro, Él no se cierra. Si yo escucho, Él no se calla. Si yo me confío, Él me acoge, Él es ¡el Dios cercano! Si yo me entrego, Él me sostiene. Si yo me dejo amar, Él me salva. Tal vez la experiencia más importante para encontrar de nuevo a Dios es sentirse y sentarse a gusto con El, percibirlo como presencia amorosa que nos acepta como somos, con nuestras luces y nuestras sombras, nuestro polvo y nuestros orines, como dice Roberto mi hermano. Y es que cuando alguien sabe lo que es sentirse a gusto con Dios a pesar de su mediocridad y pecado, difícilmente lo abandona: Si conocieras el don de Dios le pedirías de beber y él te daría agua viva ¡Qué entrañable la conversación entre Jesús y la mujer de los muchos maridos, y qué fresca el agua qué ofrece el Señor! Muchos abandonan la práctica religiosa porque no han saboreado a Dios, si conocieran lo que es encontrarse a gusto con El, quizá lo buscarían más, o con más interés, o al menos podrían hoy empezar una conversación con él, así como quien busca y pide agua, como la mujer de los muchos maridos, y el Señor de la mucha misericordia •AE

No hay comentarios:

Publicar un comentario