Rios viejos y hombres nuevos


Gerhard Rhemish, el maestro de St. Severin (Alemania), El bautismo de Cristo, vitral proveniente de la iglesia de la Abadía de Mariawald, Victoria and Albert Museum (Londres)

Tú te has revolcado durante mucho tiempo en el barro, apresúrate hacia mi Jordán, no ante la llamada de Juan, sino a la voz de Cristo. En efecto, el río de la gracia corre por todas partes. No tiene cauces en Palestina para desaparecer en el vecino mar, sino que  envuelve la tierra entera y desemboca en el Paraíso, corriendo a contracorriente de los cuatro ríos que allí descienden y llevando al Paraíso cosas más preciosas que las que salen de él. Porque éstos aportan perfumes, cultivo y germinación de la tierra; y él, hombres engendrados por el Espíritu Santo. Imita a Jesús, hijo de Navé. Lleva el Evangelio como él el arca. Abandona el desierto, es decir, el pecado. Atraviesa el Jordán. Apresúrate a la vida según Cristo, hacia la tierra que da frutos de alegría, donde según la promesa corren leche y miel. Derriba a Jericó, la vieja costumbre, no la dejes fortificarse. Todas esas cosas son figura nuestra. Todas son prefiguraciones de las realidades que ahora se manifiestan • Gregorio Niseno, Tratado sobre el bautismo.

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