MIERCOLES DE CENIZA (Febrero 26, 2020)


Resultado de imagen de hombre y espejo arte

Con mucha sencillez la liturgia de hoy nos invita a reconocer nuestra debilidad. ¡Cuánta distancia hay entre nosotros y el Evangelio, entre nosotros y la vida de fidelidad del Señor! Hoy, si volvemos la mirada sobre nosotros mismos, sobre nuestra manera de vivir, de actuar, brotarán desde lo más hondo de nuestro corazón aquellas palabras que decíamos en el salmo: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. La invitación de hoy es a ser sinceros con nosotros mismos. Si nos ponemos ante Dios no podremos gloriamos de nada. ¡Cuánto nos dominan nuestros deseos y nuestros intereses! ¡Cuántas ganas tenemos de imponer nuestro criterio y nuestra voluntad! ¡Qué poca capacidad de renuncia (de dinero, de tiempo, de tranquilidad) para el servicio a los demás! ¡Qué poco nos esforzamos por comprender a los que no son o piensan como nosotros! ¡Cuán poco presente tenemos a Dios en nuestras vidas! Y además de reconocer la propia infidelidad también hoy es un buen momento para levantar los ojos a Dios con confianza, con fe: ¡Misericordia, Dios mío, ¡por tu bondad! En este inicio de la Cuaresma, tenemos que lanzarnos una mirada introspectiva y reconocer nuestro pecado. Y, al mismo tiempo, mirar hacia Dios, nuestro Padre, y reafirmar nuestra confianza en su amor. Hoy, la imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza será esta señal de reconocimiento. Será como decir: somos débiles, somos pecadores, no acabamos de salir de esta situación, de este estado. Pero no será decírnoslo a nosotros mismos, no será decirnos que no hay nada que hacer, que no hay salida. Será decirlo ante Dios, reconocerlo ante Dios. Y decirlo y reconocerlo ante Dios es decir y reconocer que en él está el perdón, la vida, la salvación, el amor inagotable. Y todo eso se convierte entonces en un gran empuje para avanzar, para caminar. Jesús, en el evangelio, nos ha hablado de este camino. Nos ha dicho que tenemos que dar de lo nuestro a los que lo necesitan; nos ha dicho que tenemos que orar, que tenemos que acercarnos a Dios con todo nuestro ser; nos ha dicho que tenemos que ayunar, que tenemos que renunciar ¡a tantas cosas! Y nos ha dicho que todo eso lo tenemos que hacer no para que nos vean y nos feliciten, sino por fe, por amor, por deseo de fidelidad. En este tiempo de Cuaresma hemos de vivir intensamente este empuje para avanzar. Cada uno de nosotros tenemos que proponernos hacer de esta Cuaresma un verdadero paso adelante en la vida cristiana. Reconociendo el propio pecado, poniendo toda nuestra confianza en Dios, esforzándonos de verdad en el seguimiento de Jesucristo. Para llegar llenos de gozo a la noche de Pascua • AE

No hay comentarios:

Publicar un comentario