La Luz de la Verdad (XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C).



Hay frases en el evangelio que nos resultan tan duras y molestas que a veces preferimos ponerlas entre paréntesis y olvidarlas un rato para no sentirnos, digamos, demasiado comprometidos. Una de ellas es la del evangelio de este domingo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha». Vivimos en una sociedad cada vez más tolerante y permisiva, un ambiente que poco a poco nos ha ido llevando hacia una involución moral. Muchos comportamientos éticamente reprobables que antes permanecían en la esfera de lo privado, son aireados y exhibidos públicamente y hasta con cierto orgullo. Sí: Hemos perdido el pudor, la modestia y el respeto por nosotros mismos. Esta crisis moral tiene raíces bien profundas. Poco a poco hemos ido haciendo un «hombre amoral». Esta sociedad de consumo ataca el núcleo moral de la persona y lo desmoraliza, colocando en primer término el valor de las cosas y empobreciendo el espíritu de las personas. Poco a poco hemos ido llenando de importancia las banalidades y perdiendo de vista lo esencial; nos afanamos por demasiadas cosas y se nos escapa que tenemos un alma que ha de vivir para siempre. Así, la competencia se transforma en agresividad y las relaciones humanas se terminan por desintegrar[1] sin embargo, en medio de un panorama tan oscuro brilla la luz de la verdad, la presencia de Jesús. Él mismo vuelve a llamarnos para caminar junto a Él y entrar por la puerta angosta; a no a vivir amarrados a un moralismo raquítico y sin horizontes, sino a tener comportamiento lúcido, responsable y alegre ¡Enamorado! Nos invita a entrar por esa puerta por la que entran los que se esfuerzan por vivir fielmente el amor, los que viven al servicio del hermano y no tras la posesión de las cosas, por la que entran los que saben vivir con sentido de solidaridad y no desencadenando agresividad y violencia • AE




[1]  J. A. Pagola, Buenas Noticias, Navarra 1985, p. 342 s


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