Unum necessarium (Domingo XVI del Tiempo Ordinario. Ciclo C).



El Señor llega hasta nosotros, viene a nuestro encuentro: le gusta nuestra compañía, sentarse a la mesa y compartir confidencias con los hombres igual que lo hacen dos amigos; busca nuestra conversación, nuestra atención, nuestra escucha. Abraham, sentado a la puerta de su tienda, acoge la visita de Dios, se desvive por atenderle ofreciéndole lo mejor que tiene. En el encuentro surge la palabra que da vida: Dios confirma la promesa que hizo de que nacería de él un pueblo grande: “Sara va a tener un hijo”, le dice. De igual manera Dios pasa por nuestras vidas abriéndonos el horizonte de nuestra existencia, nos involucra en su acción salvadora. Jesús busca estar con nosotros. En el evangelio de hoy Jesús escuchamos el relato de la visita del Señor a casa de María y Marta. Ambas lo acogen con dos disposiciones distintas: Marta, desde la acción, se multiplica en el servicio, realiza muchas tareas sin pararse a pensar si realmente lo que ofrece es acorde a lo que el huésped desea. María, sin embargo, no se preocupa por obsequiarle, se queda en silencio y sentada a sus pies, escucha. Ante la queja de Marta, Jesús interviene: “Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán”. Jesús no condena la servicialidad de Marta, desea que tenga sentido. Él ha venido a servir y no a ser servido. Tampoco le reprocha su trabajo porque “El Padre y yo estamos siempre trabajando”. Lo que en realidad Jesús le hace notar es que el servicio que no se inicia en la escucha de Dios no fructificará y además se convertirá en una acción estéril, sin efectividad. Para que nuestro obrar tenga peso ha de confirmarse siempre en la oración, en la escucha de la Palabra, en el encuentro personal con el Señor. Jesús propone una nueva mentalidad. Quiere darnos a conocer el misterio de Dios, su gloria, su riqueza. Sentados a sus pies nos enseña los recursos de la sabiduría para que lleguemos a la madurez espiritual. Y María lo entiende, es la amiga de Jesús, la que realiza una experiencia religiosa sosegada y sin prisas. Su actitud de escucha y comprensión de lo que Jesús dice la mueve a implicarse con todo su ser a vivir, con toda libertad, lo que comprende. Se dispone a ver el mundo con los ojos de Cristo, con la sabiduría divina. Sentada a sus pies, se adhiere y se inserta en en Señor. Estamos invitados esta mañana a hacer lo mismo • AE

No hay comentarios:

Publicar un comentario