Jesús Paciente (IV Domingo de Cuaresma. Ciclo C)



Nació en el alto cielo una parábola
y fue enviado el Hijo a proclamarla:
que había un pobre lleno de pecados
y había un Padre pródigo de gracia.

Durmiendo en la dehesa entre animales,
sin dulce compañía que le amara;
sin paz ni pan, con rostro de cautivo,
el pobre que sufría era mi alma.

¡Qué envidia de vosotros, jornaleros!,
decía con palabras que sangraban:
¡Señor, pequé, perdona mi locura,
que pueda ser un siervo de tu casa!

Y había un padre fiel, ¡oh Padre bueno!,
que en casa para mí tenía un arca;
la túnica preciosa y el anillo
el Padre estremecido me guardaba.

De abrazos y de besos fue el encuentro,
de mesa llena, músicos y danzas.
¡Oh Dios que todo sabes, tú conoces,
tú solo, mi pecado y tus entrañas!

¡A ti la gratitud, Jesús paciente,
que el gran amor del Padre nos contabas,
a ti la bendición porque muriendo
has dicho lo que el Padre nos amaba! Amén •

P. Rufino María Grández, ofmcap,
Jerusalén, Domingo del hijo pródigo, 
9 marzo 1986.








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