Las Bodas de Caná



La copa de dulce vino
de Caná de Galilea
mi alma de ti desea,
Jesús, esposo divino.

Ese era el vino guardado
para las Bodas del Hijo,
la copa del regocijo
que inaugura su reinado.

Era el vino del inicio
que Dios consigo tenía
y ahora en la Eucaristía
es sangre del sacrificio.

No era tu Hora, decías,
pues era apenas comenzar,
mas la Madre hizo actuar:
¡Es la hora del Mesías!

Madre amada, profetisa,
que ves donde no se ve,
Jesús acepta tu fe,
y obra en su Hora indivisa

Este signo es la primicia
de los que vienen después:
Jesús nos da lo que es,
que es don del Padre y delicia.

Y así nos mostró su gloria
a nuestros ojos creyentes,
bella lumbre de videntes
al comienzo de su historia.

La Eucaristía es Caná
y Jesús Esposo santo;
yo me cobijo en tu manto,
mi Jesús, mi Berajá.

De este momento hasta el cielo
no hay más paso que la espera,
que ya tengo aquí a mi vera
quien es eterno consuelo.

Tercera Teofanía,
tras los Magos y el Bautismo,
muy adentro de mí mismo
ya tengo cuanto quería. 
Yo te amo, yo te adoro,
y te digo ¡Jesús mío!,
mi vida entera la fío
a ti, y a ti me incorporo. Amén •

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
Puebla, 11 enero 2010.

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