Dar, orar y recibir (XVII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B).


Durante los próximos domingos vamos a escuchar en el evangelio el hermoso discurso del Pan de Vida recogido en el capítulo sexto del evangelio de san Juan. El primer momento de éste discurso es la entrañable escena de la multiplicación de los panes y los peces. La gente seguía a Jesús con hambre y él quería que todos comieran. “¿Con qué compraremos panes para todos?" se preguntan, y lo mismo nos decimos unos a otro cuando vemos a tantas personas –cerca y lejos- que pasan necesidad en el cuerpo y en el espíritu. Y de pronto, de entre aquella multitud, aparece un niño que tiene algo, poco, pero que lo pone al servicio de los demás. Para él tenía suficiente, pero lo entrega por si sirve de algo, ¡Y vaya que sirve! En la primera lectura, tomada del segundo libro de los Reyes, oímos la misma expresión de Jesús pero en boca de Eliseo: “Dáselos a la gente para que coman”. En el evangelio Jesús toma los panes en sus manos, dice la acción de gracias al Padre, y empieza a repartir. Entre nosotros sigue habiendo gente que reparte y también gente que ora. Ser cristiano es hacer ambas cosas a la vez: repartir y orar. Muchos que quieren ayudar a los demás pero sin hacer oración, terminan cansados, y aquellos que oran sin repartir se quedan en una oración vacía entre las manos… ¡Ay si el Espíritu de Dio nos ayudara a alcanzar el equilibrio entre la acción y la contemplación! #MartayMaría En el día a día, al ayudar a los demás, no se trata de hacerlo en medio de grandes banquetes, sino de crear encuentros y ambientes de paz y de serenidad donde la ayuda fraterna crezca poco a poco. La Eucaristía que estamos celebramos hoy, el domingo, es un adelanto de la cena de la Pascua definitiva del pan del cielo que es para todos y dura por siempre: O sacrum convivium in quo Christus sumitur. Recolitur memoria passionis eiusmens impletur gratia et futurae gloriae nobis pignus datur (Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura), canta un antiguo himno eucarístico, y nosotros le pedimos al Señor que nos ayude a repartir su pan y, antes, que lo recibamos a él con amor y gratitud • AE

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