Te andamos buscando.


Todos te buscan, Señor,
se lanzan sobre tu cuerpo,
hogar de la Trinidad,
salud, perdón y consuelo.
Y a muchos tú los curabas,
que ha llegado el tiempo nuevo,
y la ternura del Padre
se destila por tus dedos.

Todos te buscan, Señor,
con ansia de ti sedientos,
te dicen con regocijo
Simón y sus compañeros.
Y decirlo es una súplica,
sacar del pecho un anhelo:
nosotros, por ti encontrados,
gozosos te seguiremos.

Todos te buscan, Señor,
a Jesús le están diciendo,
que antes que el sol amanezca
orando estaba en secreto.
Buscador de Dios orante,
corazón siempre despierto,
confidente día y noche
de los misterios del Reino.

Todos te buscan, Señor,
pues tú les buscabas a ellos:
vayamos a predicar
el Reino por otros pueblos,
que para esto he salido,
y por esto vivo y muero;
vayamos rumbo a la vida,
del Dios vivo, misioneros.

 Todos te buscan, Señor,
todos, Jesús Nazareno,
y aun desde el propio pecado
van buscando sin saberlo.
Tú eres la fe deseada,
Tú eres el íntimo encuentro:
¡qué gozo, Dios humanado,
vivir y morir en vuelo! Amén •

P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
Puebla, 31 enero 2012.

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