Lleno de poder... ¡y de ternura!


A.N. Mironov, La Resurrección de Lázaro, 
óleo sobre tela, colección particular.
...
Nos encontramos delante del último milagro de Jesús. Después de traer de nuevo a la vida a Lázaro, los jefes del pueblo tomarán la decisión de matarlo. Jesús devuelve la vida a un muerto: hace lo que solo hace Dios, y al hacerlo muestra su divinidad, pero también su ternura y su cercanía con nosotros: llora. Jesús está conmovido; sus amigos le importan; aquellos que contemplan la escena se estremecen también: “cómo lo amaba”. Hoy, entre nosotros, la palabra vida, como muchas otras, está gastada. La usamos de tantas maneras que ya casi no tiene significado. Pero de entre todos los malos usos que le damos, el peor uso es ese que asocia “vida” a todo lo bueno que puede ocurrir, y la contrapone a “muerte” como lo contrario a la vida y signo de todo lo malo que a uno le puede pasar. Sin embargo la realidad es que la vida es todo lo bueno y también todo lo malo, el dolor, el sufrimiento y hasta la muerte son momentos de la vida. La vida aparece con toda su belleza cuando es fuerza que enfrenta y supera las dificultades, no cuando hacemos, que decía mi Nana Chuy “lo puro que tienes ganas”. Jesús nos da la vida, es decir, nos da esa fuerza que nos hace capaces de superar las dificultades. Esa vida no es la vida fácil y dulzona de la los anuncios de televisión o de las revistas de papel cuché. La muerte de Lázaro, como la ceguera del ciego, “es para gloria de Dios”. Son momentos para la manifestación de la fuerza de la vida. Todos nuestros dolores y sufrimientos son oportunidades para experimentar la fuerza de la vida, la fuerza de Dios actuando en nosotros. Ahí radica, quizá, la gran tragedia de nuestros días: no solo nos negamos a ver la muerte sino que además nos negamos a ver la vida como una realidad llena de luces y de sombras. Queremos convencernos de que la vida son las luces y que las sombras son la muerte. Y por eso andamos huyendo, sacándole la vuelta a aquello que nos causa dolor; nos aterra la posibilidad de enfrentarlo, vivirlo y superarlo. Jesús con sus palabras y su vida nos enseña a vivir la vida sin huir del mal, nos enseña a enfrentarlo y nos muestra que tenemos la fuerza para hacerlo. Tenemos, sobre todo, su gracia y su compañía, pero si Netflix y nuestro iPhone reciben más nuestra atención y nuestro esfuerzo ¿cómo es que sentiremos la compañía del Señor e iremos caminando el camino de la vida con Él? • AE

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